El 27 de enero se conmemora el aniversario del nacimiento
de la provincia de Almería tras el proyecto de organización territorial de
España durante el Trienio Liberal (1820 - 1823). Almería fue provincia
independiente, en detrimento de Baza que fue su gran contrincante en ese debate
tan lejano por la provincialidad.
Representación de Almería / Julio Picón |
Desde hace un largo tiempo, la provincia ha sufrido
a los partidos de ámbito nacional que gobiernan en Almería y que nunca han trabajado
ni por la legítima constitución de nuestra provincia como Comunidad Autónoma
Uniprovincial ni por la defensa del progreso e intereses de nuestra provincia
si al hacerlo se perjudicaban los intereses políticos o económicos de otras. Es
por ello, que la provincia de Almería necesita a un grupo de personas comprometidas
con los votantes almerienses, dirigentes que no rindan pleitesía a jerarcas en
otras partes de España, que defiendan sus necesidades y que actúen contra el
abandono histórico al que los gobiernos nacional y autonómico andaluz han
sometido a nuestra tierra.
Es necesario que se defienda los intereses de la
provincia de Almería y que se reivindique su reconocimiento como Región
histórica como le corresponde por parámetros naturales, culturales, sociales y
económicos. ¿Cómo podemos justificar todas estas reivindicaciones?
Razones históricas y culturales.
Almería es una provincia con entidad regional
histórica. Vinculada al Levante peninsular desde antes de los romanos, que en
Hispania la integraron en la Tarraconensis, se ha autogobernado en distintos
periodos históricos que comienzan en el siglo IX con la República Marítima de
Pechina funcionando como ciudad-estado independiente. Cuando se produce la
crisis política del Califato de Córdoba y comienzan a surgir los reinos de
Taifas, Almería será de los primeros territorios en declararse reino
independiente. Posteriormente, en 1238, el Reino de Almería fue conquistado
militarmente por el de Granada, pero aún así mantuvo autonomía política dentro
del mismo. Los Reyes Católicos, en las capitulaciones de 1489, se
comprometieron a mantener todos los usos y costumbres de sus ciudadanos y,
entre éstas, se encontraba reconocer a Almería como “Reino de Almería”. Es
decir, que tras la Reconquista nunca dejó de ser ALMERÍA.
Después de la expulsión de los moriscos en el
siglo XVI, Almería se repobló con gente proveniente del Levante y desde
entonces ha estado vinculada al mismo, siempre formando parte de él tanto
física como culturalmente. Tan característicos y particulares son su clima,
pluviometría y naturaleza como su habla, sus costumbres y su organización
social y económica, diferentes de los de la región vecina andaluza situada a
poniente.
Por el contrario, la Andalucía histórica estaba
formada por el reino de Sevilla (Sevilla, Cádiz, Huelva y parte de Málaga), el
reino de Córdoba y el reino de Jaén y, para los andaluces de siglos pasados,
Almería pertenecía a las Tierras de Levante y se referían a nosotros como
levantiscos.
Almería se encuentra en la zona que se extiende
por donde se hablaron los dialectos riojano, navarro-aragonés, valenciano y las
zonas castellanas que quedaban bajo la influencia cultural oriental de la
península ibérica. Almería tiene folklore (cuadrillas de ánimas, parrandas,
seguidillas, jotas...), gastronomía e indumentaria tradicional propias de
indudable carácter levantino, que se evidencian por ejemplo en la “refajona”
para la mujer y el “zaragüel” para el hombre. En cambio, las provincias de
Jaén, Granada, Córdoba, Málaga, Sevilla, Cádiz y Huelva abarcan la zona que
correspondía al área de influencia leonesa y castellana tras su reconquista.
Hace dos siglos los españoles tenían claro que
la Andalucía actual no existía. En los mapas de España hasta comienzos del
siglo XIX se distinguía claramente entre Andalucía y el Reino de Granada, que, aunque
no tenía significación política sí evidenciaba que eran realidades diferentes
por su distinto origen histórico. A principios del s. XIX, durante la
descentralización nacional que dio origen a las divisiones provinciales, Francisco
Torre-Marín, desde los escaños de las Cortes, consiguió que Almería naciera
como provincia separada del antiguo Reino de Granada, al que recordamos, quedó
anexionada tras la conquista militar del Reino de Almería, pero sin perder su
autonomía política.
Un siglo más tarde, cuando el nacionalismo se
extendió por Europa como parte del movimiento cultural romántico, y ante las
pretensiones del nacionalista andaluz Blas Infante en la asamblea de Córdoba de finales de enero de 1933, la Diputación de Almería
dijo que no quería formar parte de sus pretensiones de formar una Andalucía conjunta
ya que ni sentía su autonomismo, ni tenía espíritu andalucista ni les interesaba
el estatuto andaluz, por lo que decidieron marcharse de la asamblea.
En el referéndum del 28 de febrero de 1980,
Almería dio de nuevo la espalda a su incorporación a una autonomía andaluza,
según acuerdo de la Junta Electoral Central del 24 de abril de 1980 publicada
en el BOE del 13 de mayo de ese año. Bajo las mismas condiciones electorales,
las siete provincias andaluzas no tuvieron problema en refrendar su iniciativa
autonómica.
En el año 2007 se votó la reforma del Estatuto
de Autonomía de Andalucía, otra vez como tonta útil del nacionalismo catalán, y
los almerienses que contestaron “Sí” a la pregunta de “¿Aprueba el Proyecto de
Estatuto de Autonomía para Andalucía?” fueron sólo el 26,24% del censo. Después
de 27 años, el porcentaje de votos afirmativos fue un 16,07% inferior al de
1980.
Razones jurídicas.
La adscripción a la Comunidad Autónoma de Andalucía
se produce por una vulneración de Derecho cometida el año 1981, violando la Constitución
Española mediante una Ley Orgánica de rango inferior a la norma constitucional
tras suplantar la voluntad del pueblo almeriense expresada en el resultado electoral
del Referéndum de Autonomía de Andalucía.
Es necesario corregir la ilegitimidad histórica
de la anexión a la autonomía de las provincias andaluzas.
Razones geográficas y económicas.
La geografía y naturaleza almerienses extienden
las particularidades peninsulares del sur de Alicante y Murcia hasta Sierra
Nevada, donde esa impresionante frontera natural la separa de Andalucía. Esto
hace que la salida natural de los productos almerienses sea hacia Levante y que
el tejido empresarial de la provincia de Almería se encuentre estrechamente
vinculado con las economías del “Arco Mediterráneo” y con Europa a través de
esa vía. Tampoco ha existido en Almería la organización social histórica consistente
en latifundios extensos propiedad de un noble o señor trabajados por jornaleros,
sino pequeñas explotaciones familiares.
Razones políticas.
El régimen autonómico nacido en la Transición
propició un agobiante centralismo sevillano perjudicial para los intereses de
Almería, marginando sistemáticamente a la provincia en lo que respecta a todo
tipo de inversiones en infraestructuras, sanidad, educación, vivienda o empleo.
Incluso el “milagro almeriense” de su agricultura intensiva bajo plástico,
planificado por el Estado desde los años 60 del siglo pasado a través del IRYDA,
experimentó un brusco frenazo tras la incorporación de Almería a Andalucía en
1981 porque dejaron de crearse pueblos de colonización, se eliminaron las
ayudas a los agricultores a fondo perdido y se empezaron a interpretar las
leyes fiscales a favor de la administración autonómica en vez de al agricultor.
Se deben revertir los perniciosos efectos de la
incorporación de Almería a Andalucía, como se evidencia año tras año en su
ninguneo presupuestario y político, que casi se podría catalogar como obsceno y
deliberado por ser provincia díscola con el andalucismo.
Ni existe para una amplia mayoría de ciudadanos
almerienses un sentimiento de pertenencia a Andalucía ni existe una voluntad
real de los actuales partidos políticos de luchar por la prosperidad y necesidades
de los almerienses.
Hace 202 años durante el Trienio Liberal dejaron en manifiesto que los poderes periféricos de Almería hicieron oír su voz en todo ese proceso de definición territorial del Estado y porque no podía ser de otro modo. Se estaba decidiendo la estructura política administrativa de un sistema en el que luchaban por obtener un cierto reconocimiento que ya tenían históricamente y lo que era más importante, una activa participación a través de las nuevas instituciones que el régimen constitucional estaba creando. Una respuesta de los representantes políticos de Almería que dista mucho de los políticos de los años 80 y posteriores años sintiéndose con la autoridad de sustituir la voluntad del pueblo almeriense. Anteriormente sí tenían la obligación moral de respetar la voluntad del pueblo al que representaban en su nombre. Ahora, Almería debe dejar de estar supeditada y condicionada a los intereses de dirigentes políticos condicionados por organismos o estructuras situados fuera de la provincia. De igual forma, la consecución de la provincia de Almería como Comunidad Autónoma Uniprovincial permitirá nuestra interlocución con las distintas instituciones españolas o europeas en igualdad de condiciones que las demás autonomías, nos permitirá la capacidad financiera que nos corresponde, pero la autonomía andaluza nos escamotea para el desarrollo de los almerienses y nos otorgará un mayor peso en la política nacional.
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