El juez Baltasar Garzón llegó a Almería
hace 40 años. Vuelve a la actualidad al afirmar que en España existe
persecución judicial y judicialización de la política.
El término que define a esa situación de
persecución es la alternativa válida a la palabra inglesa lawfare, guerra
sucia, que por declaraciones de unos y otros aparece en los medios. El jurista
Baltasar Garzón Real (Torres, Jaén, 1955) ha pedido, en un seminario
internacional celebrado en los últimos días en Sevilla, que no se
instrumentalice la justicia en la línea de un interés político.
Baltasar Garzón, con el abogado almeriense Federico Soria / Federico Soria |
Garzón es un símbolo de la justicia
internacional. Fue feliz, ejerciendo de
titular del juzgado de instrucción número 3 de Almería en el periodo 1983-1987.
Como titular del Juzgado de Instrucción
número 5 de la Audiencia Nacional, asistió en 1992 al interrogatorio del
empresario cinematográfico Juan Asensio, muy popular y no solo en Almería con
aquella célebre entrevista que le formuló en la cárcel Jesús Quintero, el rey
del silencio como herramienta fundamental para la entrevista
periodística.
El Tribunal Supremo le
condenó por prevaricación referente a las escuchas del caso Gürtel. Consiguió que el Comité de Derechos Humanos (DDHH) de la ONU le diera la
razón por unanimidad calificando la sentencia pronunciada en su contra de
arbitraria y parcial. En ese caso se percató de que hay un doble
rasero. Tras la condena, abrió un despacho de abogados, creó una fundación, y
ha escrito varios libros. La verdad a juicio en España, titular
del periódico global de referencia The New York Times en defensa del juez: “España es
ahora una democracia viva, pero el juicio contra Baltasar Garzón [el de la
memoria histórica] es un preocupante eco del pensamiento totalitario de la era
de Franco", aseguró el periódico para quien el juez estaba amparado por el
derecho internacional.
Londres transformó la
justicia internacional, marcando jurisprudencia. El exjuez
Garzón tuvo “absolutamente claro” que debía emitir una orden internacional de
detención contra el dictador chileno Augusto Pinochet en Londres. “No
utilizaré escolta en Madrid”, me dijo para la contraportada de El País. Fue la
primera entrevista que concedió cuando fue ascendido y abandonó Almería.
Desconocía lo que le vino encima con amenazas de ETA y la delincuencia
organizada. Otros titulares que dejó en 1987 este hijo de agricultores: “La
justicia es lenta por la falta de medios”; "Las
carencias se suplen en los juzgados con las ganas de trabajar"; “Me voy de Almería con la satisfacción del deber cumplido
y con el sabor de haber dejado buenos amigos y la tristeza de no verme
comprendido por algunos compañeros". La primera imagen de
Garzón que apareció en un medio nacional fue la tarde en la que posó para
nuestro perfil recogida en la Última de El País. La foto se realizó en la sede
de UNED-Almería, sede de la antigua Radio Juventud de Almería, donde ejerció de
profesor. El redactor gráfico fue Cristóbal Manuel Sánchez, quien años después
se convirtió en jefe de Fotografía de El País.
Cuando Baltasar Garzón llegó a Almería en
1983, me percaté de era un juez especial, diferente. En esa línea se expresó el
abogado almeriense Federico Soria Fortes, su mejor amigo en la provincia de
Almería a los que alguna vez me los he encontrado de cañas por el centro de la
capital. Ambos nacieron en 1955. “Era especial y es un trabajador incansable”.
En Almería se le presentó el reto de incorporarse al Consejo General del Poder
Judicial como el Inspector de Tribunales más joven de España. “Poco
después solicitó plaza en la Audiencia
Nacional en la que instruyó algunos de los casos más importantes de nuestro
país a los que entregaba muchas horas de trabajo al día en sacrificio de su
vida familiar e incluso de su propia seguridad. En algunos de ellos, en
concreto el relativo a los crímenes franquistas y el caso
Gürtel, investigó a fondo, a pesar de ser consciente de las consecuencias que
podrían acarrearle y que sufrió. A pesar de ello, y por su vocación de servicio
público y su defensa irrestricta de las víctimas, siguió adelante. Lo
suspendieron en ambos casos y le condenaron en el segundo a 11 años de
inhabilitación por haberse enfrentado a la corrupción política”, remarca Soria.
En 2021 consiguió que el Comité de Derechos Humanos (DDHH) de la ONU le diera
la razón por unanimidad calificando la sentencia pronunciada en su contra de
arbitraria y parcial. Además de la falta de previsibilidad penal en el delito
por el que se le sancionó, condenando al Estado español a que le otorgue “una
reparación efectiva” y borre sus antecedentes penales. A día de hoy, no ha
cumplido. Lo que constituye un grave incumplimiento de las obligaciones
internacionales de España. “Forjamos una sólida y sincera amistad
que perdura en la actualidad tras casi cuarenta años, de lo que me siento muy
orgulloso, pues si como Magistrado ha alcanzado la excelencia jurídica, como
persona mejora al Juez. Es el padrino de mi hijo José que quien a sus 26 años
presume orgulloso de padrino, como no puede ser de otra manera. Además,
ejerciendo como tal. Todos los años, procuramos pasar tiempo juntos con
nuestros seres queridos, bien sea viajando o en nuestra querida Almería, de la
que es un enamorado, o en su Jaén natal por lo que hemos compartido muchos e
inolvidables momentos”. “Tras ascender en su carrera, se puso al frente de
asuntos delicados: Casos que no hace falta enumerar”, subraya Federico Soria,
“pues son de todos conocidos por su notoriedad. En alguno de ellos, en concreto
en el caso Gürtel, investigó sobre la corrupción política, lo que desencadenó
en un juicio que finalizó con una Sentencia que lo condenó a once años de
inhabilitación, como autor responsable de un delito de prevaricación, que lo
apartó, injustamente, de la carrera judicial, pues obviamente no es ningún
delincuente. Así lo ha reconocido años después el Comité de Derechos Humanos de
la ONU, quien concluyó que Baltasar fue inhabilitado en un `proceso arbitrario´
al no estar basada la Sentencia en disposiciones legales suficientemente
explícitas, claras y precisas”.
El editor Juan Grima lo recuerda desde
Turre: “Hizo en el Parador de Mojácar una visión
del libro del médico mojaquero Miguel Sáez, alumno de Celia. Garzón se lo había
leído y empapado. Su presencia convirtió la presentación en un día muy
especial pues acudió a la presentación del libro gente de todos los pueblos. Es
una persona divertida que sabe contar chistes. Previamente Garzón nos
acompañó en otra presentación del libro en el aula Juan Carlos I de la Universidad
Libre de Nueva York. Allí estuvieron muchísimas personas del mundo diplomático,
de la medicina y amigos del añorado Miguel Sáez”.
Ignacio Mañas, conocido popularmente por El Indaliano, habla del carácter melómano de Garzón en el antiguo Pub Barón de la calle Gerona de Almería.
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