Fernando Savater ha sido despedido como colaborador y columnista del diario El País, en el que publicaba sus artículos desde hace más de 40 años. En este mismo medio hemos publicado las referencias que el escritor ha hecho a su medio en su último libro, así como en un par de entrevistas periodísticas. Tanto la defensora del lector de El País como la propia directora han explicado las razones que han conducido a tomar esta decisión.
Las explicaciones de la defensora del lector de El País |
Las explicaciones ofrecidas por la defensora del lector de El País son éstas: "EL PAÍS prescinde del columnista Fernando Savater por ofender a la
dirección, a los periodistas ―especialmente a las mujeres― y a algunos
colaboradores citados con nombre y apellidos en su último libro, Carne
gobernada (Ariel). Es la explicación que ayer dio la directora, Pepa
Bueno, en la carta semanal a los
suscriptores, en la que rechaza que haya sido expulsado por sus
ideas. La periodista argentina Leila Guerriero lo sustituye en la
columna de los sábados y a ella, los miércoles, la relevará Manuel Jabois. Por todo ello, este
artículo de la defensora se adelanta un día para explicar lo sucedido a los
lectores. Hoy ya no encontrarán a Savater.
“Desde hacía tiempo, era evidente que
nuestro autor no estaba a gusto con el periódico, algo que íbamos sabiendo por
sus columnas y sus declaraciones públicas. Nunca vino a casa a comentarlo”,
afirmaba la directora en la carta, que recoge además que esta semana Savater lo
ha expresado “en términos intolerables de desprecio personal hacia EL PAÍS” y
sus empleados. “Tuve claro que era el final del trayecto”, añade.
“El acelerador, porque ya se venía
gestando, es la publicación de un adelanto de mi libro”, dice por su parte
Savater, que aclara que ni sabía que este iba a salir en ese momento, ni eligió
el extracto, pero ve lógico que se usaran las páginas en las que habla de EL
PAÍS. ¿A qué se refiere al hablar de que algo se gestaba? Según él, a que, “en
contra de lo que siempre ha ocurrido”, cada vez que defendía sus ideas, estas
se refutaban en otros artículos o en cartas de lectores. “Indicaba una
situación de tensión”, afirma. En la hemeroteca hay ejemplos de réplicas entre
columnistas, incluidas las que él mismo dedicó a Rafael
Sánchez Ferlosio (y viceversa).
Savater ha escrito en EL PAÍS con plena
libertad. En sus columnas, ha arremetido
contra el feminismo, la crisis climática, la memoria democrática o la investigación de la pederastia en la Iglesia española, asuntos
que identifican la línea editorial de este periódico. También contra Pedro Sánchez, la ley de amnistía y todo cuanto ha
querido poner bajo la lupa, desde los nacionalismos a los editoriales de EL PAÍS. El único
límite a su libertad de expresión ha sido el insulto. El Libro de
Estilo establece que la opinión debe ser respetuosa con las personas,
aunque se critiquen sus actos. Y dentro de ese marco, Savater ha disfrutado de más permisividad que otros
opinadores, que no han sido como él un referente del periódico por su condición
de filósofo e intelectual y por su valentía frente al terrorismo de ETA.
Pero el lunes El
Confidencial publicó un extracto del libro de Savater, con
las siguientes frases: “El diario de referencia pasó a convertirse en un
risible epítome de la prensa al servicio de la política”; “Poco a poco hemos
llegado a que el chiste sea EP y sus disparates sectarios”; “Las opiniones del
supuesto periódico global están dirigidas en las cuestiones nacionales por una
cáfila particularmente estrecha: Jordi Amat, Jordi Gracia, Xavier Vidal-Folch,
Josep Ramoneda et alii”; “Otro elemento que empeora este diario
otrora prestigioso es una desafortunada invasión femenina”; “Obedientes piezas
de encargo fabricadas por mindundis serviciales tipo Sergio del Molino”...
Esta retahíla de ataques a los periodistas de EL PAÍS no está sacada de entrevistas o declaraciones públicas, fruto de la improvisación o fuera de contexto, sino de un texto reflexionado y elaborado. Además, abundó en ellos en una entrevista publicada el mismo lunes. No cabía otra alternativa para desenlazar este nudo que prescindir de quien menosprecia y ridiculiza el trabajo de los periodistas del medio en el que publica.
“Ahora podré leer mi periódico los sábados
sin omitir la quinta columna de la última, que durante estos años rezumaba
prejuicio, insulto y odio”, escribe César Iglesias Kuntz. “Preparémonos: la
caverna ya tiene su mártir”.
“Me sentía orgulloso de la libertad de
opinión que se recogía en el diario. Colaboradores como él y [Daniel] Gascón,
por ejemplo, contribuyen a ese extraordinario ejercicio de sorpresa: no tengo
que leer solo lo que espero encontrarme”, dice Tomás Artaza Varasa. “Ese cierto
orgullo del que presumía ante otros por la pluralidad exhibida en el diario se
ha terminado”.
¿La pérdida de un solo columnista pone en
riesgo la pluralidad del periódico? Javier Rodríguez Marcos,
subdirector de Opinión, defiende que no. Aunque reconoce el
peso de Savater, recuerda que hay otros articulistas “que no están con la línea
editorial sistemáticamente”. Entre ellos, cita a Juan Luis Cebrián, al mismo
Gascón, a Ana Iris Simón o Ignacio Peyró. También menciona a Sergio del Molino,
Víctor Lapuente o Najat El Hachmi, quienes escriben con visiones distintas a la
del periódico sobre temas que no son solo de política.
Tampoco se puede obviar que, en un
contexto de gran tensión, se ha hecho un esfuerzo para ofrecer un análisis
plural sobre la ley de amnistía. Al menos una docena de tribunas han vapuleado
la norma más polémica que se debate esta legislatura. Los textos de Tomás de la Quadra-Salcedo, Adela Cortina, José Luis Pardo, Javier Cercas o Ana Carmona, entre otros, rebaten los
reproches de falta de pluralidad en la opinión que hacen algunos lectores.
Con la marcha de Savater se cierra una
etapa y como siempre que una firma sale del periódico, la despedida no es alegre.
Pero los lectores sabrán apreciar la trasparencia con la que EL PAÍS explica
las decisiones internas, introspección inédita en la mayoría de los medios
españoles. Queda una duda que solo el tiempo dirá y curiosamente ningún lector
ha planteado: ¿habrá ahora alguien que escriba del Derby?".
La carta de Pepa Bueno
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