Ayer, jueves, 18 de enero, ha fallecido María Cassinello Pérez, a los 90 años de edad. Almería
llora la pérdida de esta vecina que desde muy joven estuvo
comprometida con el servicio y la ayuda a los demás desde diversos puestos de
responsabilidad en la Iglesia
católica u organizaciones humanitarias como Cruz Roja y Unicef. También fue concejal en
el Ayuntamiento de Almería. A finales
del pasado mes de septiembre, Alfonso
Rubí Cassinello le dedicada un emotivo reportaje en las páginas
de La Voz de Almería, periódico en el que ella misma ha colaborado a través de
cientos de artículos de opinión y personajes de la vida social almeriense. El funeral se ha previsto para
este viernes, 19 de enero, a partir de las cinco de la tarde en la Capilla
Tanatorio Mediterráneo, El tanatorio se encuentra junto al Polígono San Rafael. A
continuación se reproduce el texto de Alfonso Rubí Cassinello escrito a finales
del pasado mes de septiembre de 2023:
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María Cassinello / La Voz |
"Hoy
cumple 90 años María Cassinello. Algunos la han conocido como responsable de
medios de comunicación del Obispado. Otros, a través del Hospital de San José y
Santa Adela. La Cruz Roja. También como presidenta de Unicef, como concejal del
Ayuntamiento, por su colaboración en la Asociación
contra el Cáncer, Cäritas o la Hermandad de la Virgen del Mar. O
incluso muchos, por los tantos artículos que ha firmado en estas páginas
dándonos a conocer su mirada sobre Almería.
Hoy hace 90 años que María Cassinello nació en la casa de su abuelo materno Eduardo Pérez, situada en la
calle que hoy lleva su nombre. En un día como hoy, y para una mujer como ella,
en la que el tópico de “adelantada a su tiempo” se queda tan corto, queremos
desearle la mayor de las felicidades y agradecerle tanto que ha hecho por esta
provincia. A los cuatro años quedó al cargo de su madre.
María era la quinta hija del matrimonio formado por José
Cassinello y Adela Pérez. Su padre había sido capitán del Regimiento de
la Corona con el que intervino en la Guerra de Marruecos, por lo que recibió la
Medalla Colectiva al Mérito Militar concedida por el rey Alfonso XIII. En 1931
se acogió al retiro ofrecido por la Ley de Manuel Azaña y se hizo entonces
Corredor de Comercio y ocupaba este puesto en el Banco de España en 1936,
cuando fue acusado de supuesta desafección al régimen republicano. Después de
estar detenido varios meses en el Ingenio y en la prisión local, fue asesinado
el 31 de mayo de 1938 en Turón. Poco después su suegro y abuelo de María,
Eduardo Pérez, decano del Colegio de Médicos y director del Hospital
Provincial, falleció también a consecuencia de su prolongada prisión en el
Ingenio, donde fue recluido con la misma acusación que su yerno.
María contaba por lo tanto cuatro años
cuando quedó al cargo de su madre, a la que aquella infame guerra
fratricida había dejado viuda, también huérfana, y expoliada de sus bienes. Su
principal preocupación era la educación de sus hijos, que eran seis, porque
Mercedes había nacido en 1937. María fue enviada al colegio que la reina María
Cristina había promovido en 1887 en las Cocheras Reales de Aranjuez, donde cursó
el bachillerato hasta 1951, compartiendo aulas con huérfanos de los oficiales
de los dos bandos enfrentados en la guerra. Actualmente en ese mismo edificio
se encuentra la sede de la Universidad Felipe II.
Las responsables del Colegio eran las madres de la Congregación de la Sagrada
Familia, popularmente conocidas como “cristinas”, institución ligada a la
familia de María, porque comenzó su labor en Almería cuando su bisabuelo
Eduardo era decano del Colegio de Médicos,
potenciando su desarrollo como presidente de la Asamblea Provincial, y algunos
años después desde su puesto de concejal y finalmente de alcalde. Esta
vinculación continuó con su abuelo y con su madre Adela, que repartió su
vida entre el servicio a su familia y su entrega a los demás en diversas
instituciones sociales, pero sobre todo en la Cruz
Roja.
Bajo la dirección de Adela Pérez como presidenta, el
hospital de la Cruz Roja de Regiones Devastadas, además de prestar servicio a
los vecinos del barrio, acometió diversas campañas de salud en toda la
provincia y en particular en la Chanca de Almería, colaborando eficazmente por
ejemplo a la erradicación del tracoma. A todas estas labores se entregó
María, que llegó a ser jefa de enfermeras, colaborando con su madre en todas
sus labores e iniciativas y, en particular, en su proyecto de ampliación del
hospital, apoyado por don Juan Carlos y
doña Sofía tras haberlo conocido durante la visita que hicieron a
Almería en 1970 como Altezas Reales. El hospital ampliado se llamó de San José
y Santa Adela, los patronímicos de los padres de María.
En 1955 María se casó con Fernando
Roda, diputado provincial y miembro de una conocida familia de
empresarios locales. Su bisabuelo Fernando Roda había sido el primer presidente
de la Junta de Obras del Puerto y se casó con doña Francisca Spencer,
emparentando así con los antepasados de Sir Winston Churchill y de Lady Di. No
tuvieron hijos, por lo que María tuvo que volcar su afecto maternal en los
diecinueve sobrinos que fueron dándole sus cinco hermanos. Todos la quieren
como una segunda madre, porque así los ha ido tratando en su casa siempre
abierta para ellos, tanto la de la plaza Bendicho, como su cortijo del Marchal
de Spencer, y sobre todo la Roca (Ro de Roda y Ca de Cassinello), el chalet que
se construyeron en la Cruz de Caravaca cuando esta parte de Almería estaba aún
despoblada. En su entrada colgó un gran panel con diecinueve tenedores, cada
uno de los cuales llevaba el nombre de un sobrino, y en ella pasó los momentos
más felices de su vida, aunque también algunos dolorosos, como el fallecimiento
de su madre en 1972, que se produjo allí.
En 1973 sucedió a su madre como presidenta del Hospital y
fue nombrada presidenta de la Asamblea Provincial, cargo que también habían
tenido su abuelo y su bisabuelo. Desde ahí promovió la construcción de puestos
de socorro por toda la provincia, y gestionó la compra del edificio del Parque
de Nicolás Salmerón en el que tiene todavía su sede la Asamblea, compra que
consiguió a un precio excepcional porque había sido la casa familiar de los
antepasados de su marido, y sus propietarios respetaron esta circunstancia
sentimental y el carácter asistencial de la institución a la que le vendían.
Decidió también dedicar la actividad hospitalaria a especialidades geriátricas,
para solventar la escasa atención sanitaria que entonces podían recibir los
mayores almerienses. Consiguió firmar un concierto con la Seguridad Social y,
combinando jóvenes y entusiastas profesionales con los más prestigiosos médicos
locales de distintas especialidades, logró conjuntar un magnífico equipo que ha
tenido continuidad hasta que la Junta de Andalucía ha decidido recientemente el
cierre del hospital.
En 1986 acabó su andadura en esta institución. En reconocimiento a su labor, la
Asamblea Nacional de Cruz Roja le concedió la Gran Placa de Honor y Mérito, su
máxima condecoración, que también le había sido concedida a su madre, siendo
los únicos almerienses que la tienen. Le fue entregada por su Majestad el rey
Juan Carlos I. Después de su cese, tuvo que reconducir su actividad filantrópica y
asistencial. Ya había sido concejal (de Asuntos Sociales, por supuesto)
en el equipo de gobierno de Rafael Monterreal. Colaboró entonces con la
Asociación contra el Cáncer de la que llegó a ser secretaria provincial y con
Cáritas Diocesana. Finalmente fue nombrada presidenta de UNICEF. Desempeñó
todas esas labores con la misma pasión para la búsqueda de recursos para su
proyección.
El obispo don Rosendo Álvarez la
nombró responsable de los medios de comunicación diocesanos. Para ejercer esa
función con la mayor eficacia posible, cursó en la Universidad de Salamanca la
especialidad periodística de Medios de Comunicación de la Iglesia. En esos años
colaboró con La Voz publicando varias series de artículos, como la dedicada a
“Familias almerienses” y a nuestro patrimonio, que tituló “De campanario a
campanario” además de entrevistas a diversas personalidades, comentarios sobre
temas locales y por supuesto las noticias y escritos derivados de su cargo en
el Obispado. También fue desde su juventud camarera de la Virgen del Mar, cuya
Hermandad le entregó el año pasado una placa en reconocimiento a sus más de 70
años de dedicación.
Como puede verse, una vida fructífera
de entrega y servicio que, como decíamos al principio, llega hoy a su
90º aniversario, por el que le felicitamos y le damos las gracias".
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