En los últimos días, estamos siendo testigos de
cómo se repite el boicot a nuestra agricultura desde un país vecino mientras el
Gobierno de España no hace prácticamente nada por remediarlo. La primera en la
frente ha sido el inadmisible bloqueo, cuando no directamente el asalto, a los
camiones que atraviesan Francia transportando hortalizas de nuestra provincia.
La segunda, las desafortunadas declaraciones de la que fuera ministra y
candidata a la presidencia francesa, la socialista Ségolène Royal, con las que
ha demostrado a la vez una ignorancia y una capacidad de mentir difíciles de superar.
Digo ignorancia, porque
afirmar que nuestros tomates bio son «incomestibles» revela un desconocimiento
brutal. Es evidente que la exministra socialista no ha tenido la suerte de
comerse un buen tomate de Níjar en su vida. Y digo capacidad de mentir, porque
los propios organismos franceses (tales como la Agence BIO, el organismo
público francés encargado del desarrollo y la promoción de los productos
ecológicos) han desmentido a esta señora, y han confirmado que los tomates
españoles con la etiqueta 'bio' son excelentes, sin productos químicos
sintéticos, sin organismos genéticamente modificados, sin colorantes, sin
aromas químicos sintéticos ni modificadores de gusto.
Como alcalde de Níjar,
un municipio pionero en cultivos ecológicos que ha hecho bandera de la
sostenibilidad y de la calidad de sus hortalizas, no puedo permanecer
indiferente ante lo que está sucediendo. Esta misma semana he remitido un
escrito al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en defensa de los
agricultores del Campo de Níjar. En dicho escrito, protesto por la pasividad
del Gobierno ante el desamparo que están sufriendo los transportistas y, por
ende, los propios agricultores. Es inconcebible que, en territorio de la Unión
Europea y en el año 2024, no esté plenamente garantizada la seguridad y la
libre circulación de mercancías.
Todas las administraciones públicas, sean de color político que sean, debemos estar unidas en la defensa de nuestro campo. En el caso de Níjar, la agricultura es la cabeza tractora de la economía local, generando unos 800 millones de euros anuales y miles de empleos directos e indirectos. Además, el agro nijareño es un modelo imitado dentro y fuera de España, sobre todo por su firme apuesta por la sostenibilidad y los más altos estándares de calidad. Podemos estar muy orgullosos de nuestros agricultores, porque gracias a ellos, Níjar es un ejemplo para el resto del mundo en lo que se refiere a cultivos intensivos en general, y a ecológicos en particular. Gracias a su esfuerzo y a su talento para innovar y adaptarse a las nuevas tecnologías y a las técnicas más pioneras, el campo de Níjar produce y distribuye por medio planeta las mejores hortalizas frescas que existen, y las instituciones debemos garantizar que los agricultores pueden trabajar con nuestro respaldo incondicional para que siga siendo así.
Desde el Ayuntamiento de Níjar así lo entendemos, y siempre vamos a situarnos a su lado, apoyando sus demandas y mediando con otras administraciones públicas, sin partidismos y sin excusas. En el Campo de Níjar, donde existen unas 6.000 hectáreas de cultivos, la agricultura supone una extensión de plantaciones en las que la producción ecológica certificada adquiere más protagonismo con el inicio de cada nueva campaña. No en vano, más de la mitad de esas hectáreas son cultivos ecológicos. Esa decidida apuesta por la agricultura sostenible es un «plus» que hace de la agricultura nijareña un modelo diferenciado y un potente motor económico que no se merece el maltrato al que está siendo sometido.
Bastante tiene nuestro campo a la hora de lidiar con problemas de gran calibre, como la competencia desleal de países terceros, la escasez de recursos hídricos, la proliferación de virus que atacan los cultivos, o las crisis de precios que, prácticamente cada campaña, tienen que afrontar nuestros agricultores, para que encima nos hagamos el harakiri dentro de la Unión Europea.
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