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El polvo del edificio de Correos

Manuel León
Periodista

Hace tiempo que no se escriben cartas de amor -los carteros  ahora solo llevan paquetes de Amazon- y la sede postal de Almería -enferma de aluminosis y de tristeza desde 2011 que cerró- estaba condenada a pasar a la historia, como antes pasó el Colegio de Jesús de Navarro Darax sobre las ruinas de la hacienda intramuros de un moro rico. 

Ayer, una excavadora mellaba la caries de las últimas almenas de ese castillo de la arquitectura brutalista junto a la Plaza de La Leche, mientras camareros, en la calle Padre Luque, barrían el suelo y miraban como quien mira un asedio medieval. Para el Viernes Santo debe quedar solo el polvo de ese edificio inaugurado por los príncipes en 1970 sobre los cimientos de una de las obras maestras de Cuartara, mientras los almerienses miraban para otro lado y después se daban golpes de pecho por la pérdida.

A  partir de ahora, se empezará a desarrollar un nuevo proyecto que está a punto de nieve, un Smart Green Cube, o lo que es lo mismo: un polo de innovación agrícola desarrollado por la Junta de Andalucía sobre ese suelo que cede el consistorio. Uno no duda de la bondad de la idea. Parece que será un centro de investigación y un mariposario de lo que ha sido el milagro de la agricultura de primor con la acomodación de un invernadero de pimientos y tomates; uno no duda de que si algo ha ‘inventado’ Almería, desde el moro Muza, es eso: el invernadero, ese bosque vegetal que alimenta a media Europa.

Pero algo chirría: si hay un espacio que le va como anillo al dedo a ese futuro centro de excelencia que es el PITA, que se creó para eso, para albergar precisamente eso, por qué no dejar el antiguo solar de Correos para otros usos. Es algo que se preguntan algunos almerienses: por qué no poner las cosas en su sitio, si se quiere que el PITA termine de arrancar, ahora que va a recibir la sangre nueva de Cajamar. Es como si se abriera un parque de tracciones en la Vega y se pusiera la montaña rusa al lado del kiosco Amalia. Qué buen espacio se ha perdido el centro para una galería comercial, para un minicine, para nuevas zonas de ocio que le inyecten luz y vida.

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