Cuánto esfuerzo, pero sobre todo cuánto dinero está empleando en
propaganda Moreno Bonilla para tapar la realidad de nuestra tierra tras cinco
años de gobierno. El presidente andaluz ha pasado estos días regando a manta
–quien cultiva la tierra lo entenderá- pese a que detrás del espejismo que provoca
el marketing sigue creciendo la desigualdad a pasos agigantados. Hoy, quien
tiene un seguro privado se cura antes en Andalucía. Esto es un hecho, si no que
se lo cuenten a los 6.132 almerienses que llevan esperando más de un año para
que les operen o a los pacientes oncológicos del hospital de Poniente a los que
les retrasan las pruebas.
Pero ahí no queda la cosa, el que puede permitírselo también paga
a cuidadores o una residencia para no esperar 2 años a que el Gobierno andaluz
le dé la dependencia. Hemos dejado atrás un 28F plagado de burdas maniobras de
escapismo, donde Moreno Bonilla ha actuado ante todo el mundo como lo que es,
un mero ilusionista que representa su papel sobre un escenario de cartón
piedra.
A pesar de todo, ni su mejor truco -esas desorbitadas cifras que
destina al autobombo- puede ocultar tampoco que haya un 40% de ciudadanos en
riesgo de pobreza y exclusión social o que Andalucía haya retrocedido en PIB
por habitante.
En los anuncios publicitarios que ha realizado la Junta de
Andalucía se ha repetido de manera continua que somos líderes en todo, pero en
todos los indicadores socioeconómicos que marcan la evolución de nuestra tierra
salimos muy mal parados. Y esto tiene mucho que ver con la incapacidad manifiesta
de este gobierno del Partido Popular, que solo en 2023 ha dejado sin ejecutar
3.000 millones de euros en inversiones, con los que se podrían haber hecho 20
desaladoras, 108 colegios o 55 centros de salud. Además, Moreno Bonilla nos ha
situado en el vagón de cola de las comunidades autónomas con peor ejecución de
los fondos Next Generation.
En Andalucía, los socialistas siempre hemos trabajado en la
búsqueda de la igualdad con otros territorios de España, en la convergencia
social y económica o en la capacidad de generar riqueza. Este siempre ha sido
nuestro propósito en el ejercicio del autogobierno andaluz del que hoy se
desentiende la derecha, que no asume ni su responsabilidad ni sus competencias.
No, no son tan distintitos Moreno Bonilla y Ayuso, aunque algunos quieran ver en el primero a una persona moderada. En el fondo buscan exactamente lo mismo: utilizar su atalaya para apuntalar a Feijóo, que aún anda purgando el pecado de haber llegado a la Presidencia de su partido tapando la corrupción que su antecesor denunció.
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