Pase lo que pase con la decisión de Pedro
Sánchez, siempre le quedará Mojácar, ciudad a la que llegó en 2001, junto a su
esposa Begoña Gómez. Sea cual sea la decisión, veo que todo el mundo habla
y emite sentencias. Casi todo el mundo parece Dios cuando vaticinan lo que
pasará hoy lunes en Madrid. Hay más listos que nunca para saber lo que ocurre
en otras casas. Pase lo que pase, los medios deben hacérselo mirar. “La
manipulación desorbitada de medios de comunicación de los que no se conoce de
dónde sacan el dinero y por jueces que ignoran las sentencias del Tribunal
Supremo y aceptan querellas de grupos…” es una de las conclusiones de la detallada
columna dominical de una de las periodistas más veraces del panorama actual
como Soledad Gallego-Diez, la primera mujer que dirigió El País.
A Pedro Sánchez, cuando les llegó la fama,
se acabó el anonimato. Eso mismo le ocurrió a Zapatero quien como diputado de a
pie era un fijo de Mojácar. Pedro Sánchez y su esposa Begoña Gómez compraron un
modesto apartamento de 72 metros cuadrados por 120.000 euros, construido un año antes en los restos que dejó el Hotel
Mojácar que tuvo como arquitecto a Roberto Puig, hotel que le quitó foco al
primer hotel, Indalo, de la Plaza de Mojácar y que fue el primero que contó con
teléfono en las habitaciones. Pedro Sánchez paga un alto precio por estar en
primer plano de la política. Siguió su amor por Mojácar como otro presidente
del Gobierno como Zapatero. Los dos líderes socialistas apostaron por esta
tierra cuando eran simples diputados, desconocidos para el gran público.
Llegaron al poder y se acabó la magia y felicidad del anonimato por motivos de
seguridad. Entonces dejaron de disfrutar tranquilamente de los conciertos
de Jorge Pardo (Madrid, 1956) y de los que entorno a su figura han reunido
a lo largo del tiempo el añorado Tito del Amo o María Flores de Aku-Aku con los
conciertos Tomatito y Niño Josele, o con la familia flamenca Carmona, cuyo uno
de sus miembros, Juan Carmona, está casado con la cantaora Rocío Segura, hija
del añorado Pedro, fundador de la taberna Sacromonte.
Antes que Sánchez y Zapatero pasaron por
Mojácar grandes figuras de la política española y periodistas del momento como
Raúl del Pozo o Iñaki Gabilondo cuando era líder de la Cadena SER. Mojácar
fue la capital española de intelectuales, artistas y políticos en el umbral de
la democracia. Tuve el privilegio de entrevistar en París al editor Antonio
Soriano (Segorbe, Castellón, 1913-París, 2005), fundador de la Librería
Española de París, y me confesó que viajaba con pasaporte falso a Mojácar y
Aguamarga. Soriano conoció a Juan Goytisolo, al que ayudó a editar Campos de
Níjar, prohibido al principio en España. “Junto a un grupo de intelectuales y
periodistas franceses pasábamos los veranos en Mojácar y Aguamarga. Viajábamos
con pasaportes falsos porque la mayoría peleábamos por una democracia en
España” me confesó el editor y librero, amigo de Rafael Alberti, en una
entrevisté para Canal Sur. Por si había algún problema con lo pasaportes, me
confesó que tenían la cobertura de un gran amigo como el diplomático, poeta y
escritor Rafael Lorente (Madrid, 1924-1990), afincado en Mojácar desde los
tiempos del alcalde Jacinto Alarcón que inauguró con Fraga Iribarne el Parador
de Turismo en 1966. El sociólogo Julio Feo Zarandieta (Valencia, 1936) abrió el
camino de Mojácar en el verano de 1967, momento en el que se enamoró de la
ciudad del Indalo y se compró una vivienda en la calle Puntica. Muy
ligado a Felipe González, fue director de las campañas electorales desde las
primeras elecciones democráticas de 1977 hasta las de 1986. Manolo León lo
entrevistó para La Voz: “Estaba entonces todo por hacer”, recordó el que
fue secretario general de Felipe González en Moncloa durante cinco años
(1982-1987), “Mojácar era un pueblo entrañable, desde esa primera vez me volví
incondicional, se respiraba libertad y tranquilidad a un
tiempo”. Consolidó amistad con el añorado emprendedor Paco Alarcón y su
esposa Juana Torres, jubilada del comercio, pero atenta a los negocios de sus
herederos. La noche de la victoria electoral socialista de 1982, fue celebrada
en la casa de Feo donde hay una foto de celebración en la que aparece Carmen
Romero y el sevillano Juanito Alarcón, chófer de Felipe González desde la
clandestinidad, quien fue un referente de los anónimos ciudadanos que se
jugaron la vida para que hubiera libertad. Entonces Juanito siguió con su
trabajo sencillo y rechazó los cargos que le ofreció Felipe. En entrevistas
televisivas y medios nacionales, casi siempre el entonces presidente González
lo ponía como ejemplo de humildad, sentido del humor y de no querer ningún
puesto político. Con Juanito Alarcón coincidí en El País, medio al
que llegó en 1984 para poner en funcionamiento la redacción andaluza, junto a
Alfredo Relaño, primer delegado de este medio en Andalucía. Cuando Felipe
González ganó las elecciones de 1982, el citado matrimonio mojaquero fue uno de
los pocos almerienses que asistieron a una de las primeras recepciones
ofrecidas por González. Amistad y visitas que continuaron ministros como Alfonso
Guerra y Julio Almunia quien me confesó un día en el Parador de Mojácar que
conocía todos los pueblos del Levante almeriense gracias a que se alquilaba un
“panda”, vehículo utilitario, y con una gorra pasaba desapercibido en sus
visitas a Bédar o Sierra Cabrera. En la zona se afincó el expresidente del
Congreso de los Diputados Manuel Marín González (Ciudad Real, 1949-Madrid,
2017). Fue presidente de la Comisión Europea, gran impulsor del programa
Erasmus.
Mojácar fue capital europea de la política en 1984. El primer ministro sueco Olof Palme, socialdemócrata, pasó cuatro días de descanso en Mojácar, junto a su esposa. De aquí viajaron en helicóptero de las Fuerzas Aéreas españolas a Granada para visitar La Alhambra. En una declaración oficial, junto a González, denunció los gastos militares: “En lugar de otorgar mayor seguridad, lo único que proporcionan estas armas es una mayor inseguridad, y, como si la tierra no bastase, se está planeando colocar armas altamente sofisticadas en el espacio”. Suecia dio carpetazo, en 2020, a la considerada mayor investigación mundial sobre el asesinato del primer ministro, ocurrido el 28 de febrero de 1986 en Estocolmo. Una investigación inconclusa del crimen que apuntó siempre hacia un publicista fallecido en 2000.
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