Descansa en paz, querido museo de Terque

Manuel León
Periodista

Uno de los museos más queridos por los almerienses cierra la cancela la semana que viene. No se sabe hasta cuándo, quizá un mes, quizá un año, quizá hasta siempre. Quizá la Universidad de Alcalá de Henares redoble su oferta por una de sus colecciones más entrañables, la de la Escritura Popular, y hasta la tierra de Cervantes viajen esas cartas deliciosas con matasellos en Alhabia o Bentarique provenientes de algún emigrante de Nueva York o algún quinto de Manila escribiéndole a su madre en Benecid. No es que Alejandro Buendía, más almeriense ya que manchego, se haya puesto en huelga de hambre. No. 

Una visita de jubilados madrileños al Museo de Terque / La Voz

Lo que ocurre es que se siente solo, más solo que Carpanta a la hora de comer. No sabe por dónde tirar. Hace dos años pidió auxilio, como Tom Hanks en la isla desierta, pero el eco le devolvió su propia voz. No es que Terque sea una isla, pero casi. Contra la despoblación, cajeros y bares. Pero también cultura. Lo está haciendo bien Alejandro, lo sabe todo Almería. Lleva 23 años haciéndolo bien. Desde que abrió ese prontuario de las pequeñas cosas cotidianas, de las cosas sencillas de antes: unas sábanas de Holanda grabadas con iniciales, un vestido de organdí, un abanico caligrafiado, la foto de un parral antiguo, la mesa de un gran consignatario de buques. La huella de lo que fue Almería, a través de la memoria compartida. 

Es Terque el Museo de los recuerdos, de las cosas  de nuestros abuelos. Pero no puede seguir, Alejandro. Necesita apoyo de la Administración. Recibió el año pasado 30.000 euros de la Diputación que no le da para pagar al conserje y conservador. Este año nada. Más de 100.000 personas han pasado por los Museos de Terque en dos décadas, los últimos ayer unos jubilados de Madrid que se emocionaron con una enciclopedia escolar de sus tiempos. A partir de junio, Lola Haro ya no podrá seguir investigando sobre la uva de barco, a partir de junio ya no podrá ir ninguna excursión, ningún colegio, ningún dominguero despistado. Terque y su Museo – Medalla de oro de la provincia- baja la persiana, mientras Almería silba y mira para otro lado.

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