El deber de los alcaldes es
escuchar a la gente. Escuchar no es coincidir; es dar espacio y valor a las
personas e incluir sus opiniones en el siempre complejo proceso de toma de
decisiones. Eso es algo que he aprendido de todos los alcaldes de Almería con
los que he trabajado y es ahora uno de los ejes de nuestra actuación en el
actual equipo de Gobierno Municipal. Por ello no puedo ocultar mi decepción y
tristeza ante el anuncio del ex alcalde de Valladolid y actual ministro de
Transportes, Oscar Puente, de que la antigua estación de ferrocarril de Almería
vaya a tener un uso ferroviario y que, por tanto, el actual gobierno socialista
no contemple su cesión a la ciudad de Almería para un uso cultural, tal como se
había venido hablando en los últimos años.
Creo que es pertinente recordar
que desde el pasado mes de marzo vengo solicitando al señor Puente un encuentro
o entrevista para sentarnos a hablar sobre la marcha y el futuro de actuaciones
que no tienen color político, ni deben estar en la agenda de la discusión
partidista porque son proyectos de futuro que afectan a los vecinos por igual,
con independencia de sus preferencias políticas. Parece que no ha sido posible
para el ministro atender las peticiones del Ayuntamiento como administración
más cercana a los almerienses, aunque sí ha tenido tiempo de detallar estas
cuestiones a un periódico o incluso responder a un cantante almeriense que le
habló por redes de estos mismos asuntos.
Yo, ni soy periodista, ni
canto. Pero he de lamentar la decisión unilateral y atropellada de ignorar la
solicitud que reiteradamente viene haciendo el Ayuntamiento para llegar a un
acuerdo entre administraciones para poder transformar esta magnífica parte de
nuestro patrimonio histórico en un atractivo cultural y social para todos los
almerienses. Me duele y sorprende ver que un ex alcalde tome decisiones sobre
una ciudad sin contar con sus ciudadanos.
Pienso que la opción que
plantea el Ayuntamiento de Almería, recogiendo una corriente de opinión
ampliamente extendida, convertiría al que probablemente es el edificio más
hermoso de la capital en otra muestra del acierto que supone recuperar el
patrimonio y hacer de la cultura un valioso servicio público.
Los almerienses hemos podido
comprobar el éxito de actuaciones recientes como la puesta en valor del Cable
Inglés o el rehabilitado
Hospital Provincial, que son magníficos ejemplos de que cuando las administraciones
colaboran y se entienden con independencia de los colores políticos, los
ciudadanos siempre salimos ganando.
Sinceramente, no quiero que este asunto se convierta en una refriega en redes o en cualquier otro tipo de enfrentamiento. Por eso, desde la serenidad y con total humildad quiero instar al ministro a reflexionar sobre su decisión unilateral y le tiendo la mano para buscar juntos, Ayuntamiento y Ministerio, una salida consensuada con el único objetivo de favorecer los intereses de la ciudad y los almerienses. Creo que somos muchos los que pensamos que la mejor opción para nuestra histórica estación, cerrada y abandonada durante demasiados años, es que sea cedida a la ciudad de Almería para poder convertirla así en un espacio cultural, de exposiciones y de dinamización cívica, que en el futuro sería sin duda un poderoso referente urbano en una zona capital para el futuro de Almería cuando la llegada del ferrocarril de altas prestaciones en nuestra ciudad sea una realidad. Aún estamos a tiempo. Hagámoslo posible.
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