Marina GinésLa Voz
Toda una vida rodeado de documentos entre tinta
china, aguja, hilo, pieles o engrudo natural a base de harina y agua. Así
ha sido el día a día de Juan Resalt Domínguez, que a sus 62 años no
ha conocido otro oficio que el de ser encuadernador de protocolos
notariales. Natural de Huércal-Overa, Juan explica que para realizar la
encuadernación de un solo libro notarial tiene que echar entre ocho o diez
horas de trabajo. “Es un trabajo de chinos”, bromea el huercalense.
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Juan Resalt, con uno de sus tomos notariales encuadernado / La Voz |
Juan lleva más de cuarenta años de dedicación al trabajo artesanal de la
encuadernación, habiéndose convertido en la tercera generación de
encuadernadores de protocolos notariales y registros de la propiedad. Y es que,
más de 100 años lleva la familia Resalt realizando esta tarea de una forma
totalmente artesana y a mano. “No cuento con ningún tipo de maquinaria, lo hago
exactamente igual que como lo hacía mi abuelo o mi padre”, recuerda.
“Mi abuelo tenía una imprenta, él y mi padre eran unos fuera de serie, unos
inventores. Mi padre y mi abuelo eran encuadernadores oficiales del colegio
notarial de Cáceres, Badajoz y Zaragoza. Mi abuelo llegó a trabajar con
el padre de Dalí, que era notario y estuvo trabajando con él en
Figueras, eso es para verlo y para leerlo” recuerda Resalt.
"El buen hacer y la calidad es nuestro sello. Hoy en día se hacen las cosas sin
amor, rápido y mal. Conozco a pocos que hagan el trabajo que hago
yo, porque hacerlo así es perder dinero”, asegura el huercalense que
admite que es una labor dura que no tiene la recompensa económica que debiera.
Y es que es un trabajo que requiere desplazarse hasta la notaría que demanda ese trabajo, ya que “son documentos oficiales, confidenciales, no pueden salir de la
notaría”. Esto ha provocado que el huercalense halla tenido que pasar largas
temporadas lejos de su familia, de su mujer e hijos. “He trabajado hasta 12 horas
diarias y algún fin de semana, era una época en la que las carreteras y
comunicaciones tampoco eran como hoy en día”, rememora.
“Yo llego a la notaría y reviso y archivo todos los documentos que se hacen al
año y los divido en varios folios. A partir de ahí se preparan, se cosen, se
encolan... son hasta 36 operaciones para terminar un solo libro”. Resalt ha realizado su trabajo por toda España, sobre todo en
Andalucía donde ha recorrido Algeciras, La Línea, Los Barrios, Tarifa, Ceuta,
Marbella, Jaen, Granada, Málaga…”.
“El que gana dinero es el que hace mucho en poco tiempo, pero a estas alturas
ya no voy a cambiar. Mis libros llevan mi sello, mi nombre, yo no sé hacerlo de
otra forma”. Sin embargo y a pesar de la dureza del trabajo “verlos terminados y todos iguales es un orgullo”. Juan asegura que sus libros tienen una garantía “de por vida”. “Puedo asegurar
que perduran más de 400 años de forma intacta, es más en
caso de incendio uno de estos libros tardaría muchísimo en arder”, resalta.
Se trata de un oficio que ya no tiene relevo generacional y que le ha dado a Juan Resalt la
satisfacción de ver miles y miles de sus libros formando parte de
los Archivos Históricos de ciudades de toda España. “En el Archivo
Histórico de Almería hay miles de libros míos, pero también en Huércal-Overa, en
Vélez-Rubio, Albox, Vera, en Málaga, en Cádiz o en Jaén…”. Así el huercalense
formará parte de la historia del país más allá de su propia vida, ya que sus
libros continuarán, según indica él mismo, cientos de años de forma intacta.
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