El lunes pasado debutó en la televisión en
abierto, en el canal Ten, Ni que
fuéramos Shhh, el sucedáneo del
añorado Sálvame, de Telecinco. El programa está producido en esta ocasión por Fabricantes Studio, una
productora creada por Óscar Cornejo y Adrián Madrid, propietarios que eran,
junto a Mediaset, de la Fábrica de la Tele (Sálvame, Viajando con Chester, De Luxe, Socialité...).
Un momento de 'Ni que fuéramos' |
El mundo Sálvame acapara un buen grupo de adeptos, pero tal vez no sean
tantos como nos habíamos imaginado. El debut de Ni que fuéramos Shhh, el lunes, consiguió en Ten una audiencia
del 3,2 % y 258.000 espectadores. No estuvo mal, pero se quedó por debajo de las expectativas. En
una encuesta realizada por La Opinión de
Almería en X la opinión mayoritaria se inclinaba por que el día del estreno en Ten superaría los 300 millares de espectadores.
El dato del martes supuso un energético empuje para el programa, pues superó en audiencia el día del estreno. Lo vio el 4,1% hasta llegar a 328.000 espectadores. Pero, a partir del martes, el interés por el programa ha decaído: Miércoles, 3,5 % y 273.000; jueves, 3 % y 233.000, y viernes, 2,4 % y 202.000. A todas estas audiencias hay que sumar las ofrecidas en diversas plataformas y cadenas autonómicas. Ten justifica la baja audiencia del viernes por la coincidencia horaria de la semifinal del torneo Roland Garros de tenis, con Carlos Alcaraz como protagonista, emitida en DMax, y que llegó a durar cuatro horas.
Tal como he manifestado en alguna
otra ocasión, no basta con alardear de saber hacer buena
televisión; hay que hacerla. Óscar Cornejo y Adrián Madrid pueden alardear de
saber hacer buena televisión y, además, pueden hacerla. Hay mucha confianza depositada en ellos.
El lunes, Ni que fuéramos Shhh nos va a ofrecer una entrevista en exclusiva
con Marta Riesco. Su aparición del lunes pasado fue una disertación más que una
entrevista. Las contradicciones, las medias verdades o las mentiras fueron la
tónica dominante. Hasta el punto fue así que muchos usuarios de X llegaron a la
conclusión de que posiblemente era un lavado de cara para incorporarla al programa. Hay que
esperar que en esta ocasión no tengamos que hacer el balance de otra
oportunidad perdida.
Al margen del interés de los personajes que vayan al programa, Ni que fuéramos Shhh necesita algunos cambios. Tiene que perder el aspecto de tele local de bajo presupuesto. Ahora lo parece. Aquí juega un factor muy importante la disponibilidad económica, que parece que es escasa. Por otro lado, María Patiño tiene que hacer un esfuerzo por ceder parte del protagonismo a los invitados, sobre todo a los periodistas de otros medios, a los que con frecuencia se les deja con la palabra en la boca. Y el programa tiene que dotarse de unos colaboradores que le den frescura, originalidad y solvencia a sus intervenciones. Kiko Matamoros, Kiko Hernández y Lydia Lozano dan la talla, si bien el segundo de ellos debe hacerse un “reset” mental porque la actualidad de hoy anda muy alejada de sus vivencias de hace diez años. Y parece que se quedó parado en el tiempo.
Belén
Esteban es y será siempre Belén Esteban y, además, se ve que está haciendo
un gran esfuerzo por agradar. Se le nota más activa que en los últimos tiempos de Sálvame, donde parecía embargada por la desgana y el pasotismo. Por ponerle un pero a Belén: que una persona caiga
bien o mal no debe desequilibrar un esfuerzo de objetividad a la hora de calificar sus actos (no es superfluo
exigir objetividad en un programa donde precisamente predomina la subjetividad, pero afirmar que "a mí ésta no me cae bien" deteriora mucho una intervención posterior analizando la actitud de esa persona).
Chelo García-Cortés estaba teniendo problemas en el extinto Sálvame por su falta de implicación. No se le puede pedir a una septuagenaria que tenga las ocurrencias y espontaneidad de una treintañera bien preparada, pero sí se le puede pedir una participación activa. Y eso pasa por no ir en blanco al programa o con valerte del mismo chic de hace 20 años.
Respecto a Víctor Sándoval, el papel de bufón está ya pasado de moda y él mismo debería ir pensando en una jubilación. Si, por su edad, no fuera posible, tal vez debería plantearse qué esperan los telespectadores de él y si él es capaz de ofrecérselo. Dos aspavientos y tres nachopolismos no entusiasman a nadie. Entre otras razones, porque la mayoría de la gente que ve el programa (el target mayoritario es el de 25-44 años) ni siquiera recuerda ya quién es Nacho Polo. Por cierto, ¿quién es Nacho Polo?
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