Joaquín Rodríguez Amérigo, el médico de 'Bodas de Sangre'

Antonio Torres
Periodista

El primer juicio mediático de Almería fue el del auténtico crimen del cortijo El Fraile, de Níjar, que sacudió a la sociedad. Tenía todos los ingredientes de vida, amor y muerte. Los personajes reales eran los novios Francisca Cañadas Morales, conocida por Paca la Coja, y Casimiro Pérez. La boda, prevista para las tres de la madrugada del 23 de julio de 1928, no se celebró porque horas antes Francisca se fugó con su primo hermano Francisco Montes Cañadas, amor consentido porque desde niños se decían novios. Francisca le dijo a su primo, según la recreación literaria, ¡Llévame contigo ahora o nunca! Encontró la muerte a manos del matrimonio formado por su cuñado, José Pérez, y Carmen Cañadas, hermana de Francisca. Montes, de 24 años, recibió los disparos en las inmediaciones de la barriada de Los Martínez. La Audiencia Provincial de Almería condenó a José Pérez a ocho años de cárcel, aunque cumplió tres, según el libro ¡Llévame contigo, ahora o nunca!, la historia jamás contada del crimen de Bodas de Sangre, de Ángel Roldán y de quien firma esta información y que tuvo la oportunidad de entrevistar a Casimiro y de asistir al entierro en Nijar de Paca la Coja.

Joaquín Rodríguez Amérigo hizo la autopsia del crimen de Níjar / Manuel Rodríguez Fuentes

La muerte la encontró en un camino de esparto, palmitos y corrales de ganado. El crimen impactó a Federico García Lorca con su célebre Bodas de Sangre y antes a Carmen de Burgos Colombine con Puñal de Claveles. El médico titular de la ciudad de Níjar era Joaquín Rodríguez Amérigo (Níjar, 1887-1980), que con el doctor Juan José Morales dirigieron la autopsia del fallecido Francisco Montes, quien recibió tres disparos de bala y cuyo examen forense se detalla en la sentencia.

El tocólogo Rodríguez sucedió a su padre como médico de la localidad. Estaba casado con Dolores Fuentes, una prima suya con la que sabía que no podría tener hijos. También fue médico de los trabajadores de las minas de oro de Rodalquilar. Sus sobrinos desarrollaron diferentes carreras. José Manuel Rodríguez Amérigo fue secretario del Ayuntamiento de Carboneras durante muchos lustros y estuvo casado con Ángeles Fuentes, una de las terratenientes de la zona. El hijo de éste, el arquitecto técnico del Ayuntamiento de Carboneras durante 35 años Manuel Rodríguez Fuentes (Carboneras, 1952) conserva fotos y artículos de prensa de una familia muy respetada.

Rodríguez Amérigo cursó estudio de bachiller, que acabó en el año 1904. Ingresó   en   la   Facultad   de   Medicina de la Universidad   Literaria   de Sevilla, donde   obtuvo   su   licenciatura   en   Medicina   y Cirugía en el año 1909. Hablaba varios idiomas. En consonancia con su espíritu aventurero, ingreso en el Cuerpo de Oficiales Médicos de la Marina Mercante. Atravesó 38 veces el Atlántico en distintas compañías navieras, viajando, en tiempos de emigración masiva huyendo del esparto y el hambre, fundamentalmente a EE.UU, Venezuela, Cuba, República Dominicana, Brasil,  Uruguay,   Argentina,   Chile   y   Perú.   También   viajó   a   las   Islas Filipinas y Ciudad del Cabo en Sudáfrica. La Guerra Civil provocó su desembarco y la pasó en su pueblo, junto a su familia, contribuyendo además con sus conocimientos y profesión.

Enviudó   de   su   primer   matrimonio, cuando tenía 80 años, sin descendencia alguna. Al poco tiempo, y con   el   objeto   de   aprovechar   su   hacienda   y   las pensiones   de   la   compañías   navieras, publicó   un   anuncio   en   varios periódicos buscando alguna mujer con necesidades que se ofreciera a casarse con él,  con el fin de que alguien heredara su fortuna. Recibió varias ofertas y eligió una mujer canaria, Teresa Guadayol Fonts, cuyo currículum mostraba ser la más necesitada. Se casó por poderes sin conocerla personalmente, y posteriormente convivió con ella hasta su muerte, según la investigación de Manuel Rodríguez Fuentes.

Los empleados del poblado minero de San Diego, antiguas minas de oro de Rodalquilar, recibieron desde los años cincuenta del pasado siglo atención personal del doctor Rodríguez Amérigo. Como consecuencia de la cantidad de polvo de materiales tóxicos en el aire, las enfermedades   pulmonares   eran   comunes   entre   la   población, especialmente entre los mismos mineros, que en ocasiones carecían del material de protección más básico.

Amérigo tenía un carácter amable y con capacidad para hacer amigos por su sentido común. Simultaneó su labor sanitaria con la de Jefe de la Oficina de Telégrafos de Níjar, instalación que inauguró. “Muchos muchachos de la localidad, hoy ya sexagenarios, recordarán a D. Joaquín Rodríguez, no como médico, sino por la persona que les enseñó el código Morse. Personaje muy culto, agnóstico a pesar de la confesa religiosidad de toda su familia, ciertamente   extravagante   y   sorprendente   por   su sencilla forma de distinguirse en la época: Cabeza rasurada, a diario, siempre vestido de blanco con sahariana y pantalón de hilo, calzado con las alpargatas blancas de tela y cáñamo, conocidas vulgarmente como del “huevo frito”. Su pitillo de la marca Caldo Gallina y su bastón de madera clara. En su vida se destacó por su carácter abierto, sonriente y gran bromista, actitud   que   llegó   a  extremos   insospechados   de   las   que   conocemos muchísimos episodios consecuencia de sus viajes”.

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