La gran mentira urdida por el Partido Popular con
los ERE ha quedado completamente desmontada por el Tribunal Constitucional, que
concluye que hacer leyes no es delito y que se han vulnerado derechos
fundamentales. Sin embargo, lejos de detener la cacería política y la causa
general contra los socialistas que planteó el PP durante años, Feijóo y Moreno
Bonilla se han empleado a fondo para deslegitimar estas sentencias y
arrastrarse sin pudor por el fango que conduce a la poza de los partidos antisistema.
La anulación de condenas a los expresidentes
Chaves y Griñán, como anteriormente ocurrió con consejeras, consejeros y
responsables de gobiernos socialistas, confirma su inocencia y pone
definitivamente la verdad en su sitio tras más de una década de falsedades del
Partido Popular, que -conviene recordarlo- sigue pagando desde la Junta esas
ayudas socio laborales. Es decir, Moreno Bonilla miente de manera descarada
cuando cuestiona su legalidad o hace de una parte el todo.
El presidente andaluz ya no engaña a nadie. Los
andaluces y andaluzas conocen a estas alturas que el perfil moderado de Moreno
Bonilla no es más que un producto de márketing que, además, está hundiendo el
prestigio de muchas de las políticas en las que Andalucía fue un ejemplo. La
primera de ellas es la sanidad, donde no han dejado de crecer las listas de
espera a pesar de los cientos de millones que ha desviado a la sanidad privada.
El resultado de esta desastrosa gestión se resume
en una frase que la consejera de Salud de su gobierno ha pronunciado en el
Parlamento andaluz esta semana: la ambulancia llegó cuando llegó. Se le
preguntaba a la señora Catalina García por el retraso que se produjo en la atención
a una persona en la localidad almeriense de Bentarique, que finalmente acabó
falleciendo, y la respuesta no pudo ser más insensiblemente desafortunada.
La gran mentira de Moreno Bonilla también la
encontramos en todo lo referente al agua, con enjuagues de obras en el
Almanzora, que apuntan a palmarias irregularidades, mientras sigue sin
solucionar los problemas de abastecimiento. También con las infraestructuras
que ha prometido y que no cumple, como la finalización de la autovía del
Almanzora hasta Baza, el Acceso Norte a la capital desde Viator o el Puerto
Seco de Níjar.
Todas estas evidencias juntas nos llevan a la misma conclusión: es muy difícil hacerlo peor, pero el presidente de la Junta se está esforzando como nadie en conseguirlo.
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