‘El Afa’, de Sorbas, celebra sus 25 años de aportación científica

Antonio Torres
Periodista

La revista El Afa se ha convertido en la memoria y medio de referencia provincial con un plus de servicio público. Las revistas de la provincia tienen nombres propios de personas imprescindibles que hacen todo lo posible por mantener la llama viva, superando dificultades. María del Carmen Amate, con El Eco de Alhama, Revista Velezana, con la coordinación de tantas cosas como la figura destacada de la leyenda viva José Domingo Lentisco, entre otras. Real, Revista de Estudios Almerienses, con formato digital, tiene el respaldo del Instituto de Estudios Almerienses. Las citadas tienen que pelear y buscar apoyo del organismo provincial de Diputación y de la iniciativa privada.

Mar Verdejo, en el Olivar de Góchar / El Afa

Los que mantienen las revistas de verdad, las almas que trabajan todo el año, no quieren que se les etiquete por buscar equipos que les den el relevo. Son algunos ejemplos notables de las revistas que funcionan a costa de mucho sacrificio y generosidad. Senda que mantiene El Afa, de Sorbas, medio que celebró el sábado  un cuarto de siglo de servicio público con un respaldo importante de toda la comarca. Coordinada un año más por los impagables Ana María Rodríguez, Andrés Pérez y Pedro Soler Valero. Han tenido la capacidad de mantener un plus de validez y vigencia con expertos en cada materia. Celebran desde este fin de semana la edición número 41.

La Sociedad de Amigos de Sorbas, editora de la revista, nació en 1999 por el deseo de un grupo de jóvenes y vecinos de la ciudad alfarera. Desde el primer momento empezaron a trabajar bajo las directrices de sus estatutos que no eran otros que la conservación del patrimonio y su puesta en valor, principalmente de Sorbas, pero siendo conscientes y sin dejar de tener presente que pertenece a una comarca y a una provincia con las que comparte muchos rasgos históricos, culturales, geológicos, etc. Son 25 años de vida, de servicio público y se ha convertido en una herramienta fundamental para conocer la crónica, documentada, de la historia de Sorbas.

“En estos años hemos llevado a cabo jornadas de senderismo, exposiciones de fotos antiguas, ferias de artesanía, numerosas colaboraciones, concursos de relatos, etc., con las que conseguimos dar a conocer distintos aspectos del rico patrimonio de Sorbas. Somos conscientes, y compartimos el lema, de que para conservar primero hay que conocer. De hecho, las primeras jornadas de senderismo se llamaron Conoce Sorbas y más tarde Conoce tu entorno, conoce tu identidad”, explican en un editorial. “No, nos engañemos, el camino que nos ha traído hasta aquí ha sido en ocasiones un poco tortuoso, aunque siempre injustificado, pero no ha conseguido amedrentarnos ni un ápice, es más, consideramos que ha sido un impulso para seguir trabajando”. 

El Afa presenta en la nueva edición tres aportaciones muy celebradas. El geógrafo y urbanista Rodolfo Caparrós Lorenzo impresiona con Haciendo paisaje por las tierras de Sorbas que no se pueden perder. Notas sobre la historia ambiental de Sorbas, firmado por Juan García Latorre y la ingeniera Mar Verdejo Coto, docente de Educación Secundaria, titula su exhaustivo trabajo Banco de germoplasma de árboles y arboledas singulares de la provincia de Almería, un tema de actualidad que está de moda por la demanda de la mayoría de universidades.

Los árboles singulares, también llamados monumentales, venerables, emblemáticos, viejos, ancianos, etc., son los seres más viejos del Planeta. Algunos llevan cientos o miles de años con los seres humanos y fueron testigos de los acontecimientos que marcaron el rumbo de nuestras comunidades e incluso países”. “Hasta se han realizado pactos, juramentos y rendiciones, y a pesar de ello no conocemos la Historia que atesoran. Son los auténticos olvidados del Paisaje, aunque están ligados a ella de manera ancestral y resiliente”. El interés y respeto social que despiertan estos ejemplares está creciendo en todo el mundo. Se crean nuevos catálogos, se dictan normas de manejo y de mantenimiento. “Cada vez”, continua Verdejo con el relato, “son visitados de manera más frecuente, y por ello se deberían de establecer pautas de comportamiento para realizar un turismo responsable y comprometido con la conservación de estos seres singulares y dotar para ello del presupuesto necesario y con dotación técnica cualificada. En casi todos los casos, los árboles singulares sobreviven solo porque una combinación poco probable de sucesos les ha permitido llegar hasta nuestros días a salvo del hacha, del fuego, o de la máquina excavadora. Han superado la prueba del tiempo, a situaciones ambientales cambiantes por lo que se considera que algunos de ellos podrían ser genotipos especialmente resistentes a variaciones climáticas y a plagas y enfermedades, por lo que urge estudiar y conservar estos genes”. La empatía y sentido común de Verdejo concluye en su sabia explicación. “Los árboles y arboledas de la provincia de Almería, y en particular de Sorbas, ya saben muy bien lo que es el cambio climático, porque ya han pasado por un clima adverso, por tanto, la conservación de estos recursos fitogenéticos se hace imprescindible para las generaciones y bosques futuros para la resiliencia al cambio climático, ciudades y ecosistemas diversos, mejora del ambiente y justicia social”. El trabajo amplio y detallado va acompañado de varias fotografías como es el Olivar de la Hoya de Góchar, con una historia de más de 500 años, situado a unos tres kilómetros de Sorbas, confluencia de dos ramblas que original el río Aguas. “Los árboles y arboledas que destacan por su valor, singularidad o por determinadas cualidades de interés excepcional, constituyen un conjunto de bienes en el lugar donde se encuentran”. 

Los tres árboles milenarios, singulares, de la provincia catalogados como Monumentos Naturales, se encuentran en Serón y en Chirivel, dentro del Parque Natural Sierra María-Los Vélez. La lista de Monumentos Naturales tiene otros referentes en la provincia. Los Canales de Padules, el Arrecife de Barrera de Posidonia o las islas volcánicas de San Juan de los Terreros (Pulpí) y la de San Andrés en Carboneras.

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