La periodista, investigadora y
profesora de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) Ana Bernal Triviño se ha pronunciado en un vídeo
colgado en las redes sociales sobre el contencioso que enfrenta a Maite
Galdeano con su hija, Sofía Suescun, y el novio de ésta, Kiko Jiménez. Por la
claridad de ideas con la que siempre expone sus argumentos, reproducimos
algunas reflexiones de esta especialista en violencia de género:
Una década de malos tratos: Reconoce que fue madre
de adolescente y desde entonces vivió más de una década de malos tratos hasta
el punto de querer matarla y poner en peligro a sus hijos. Dice que no quiere
hablar de su infancia y que su padre hacía cosas malísimas. Para agarrarse a la
vida reconoce que se ató a Sofía. En ella proyecta miedos, inseguridades,
dependencias, chantajes y condiciones asfixiantes en una relación tóxica. Y,
evidente, el enfoque de género está ahí, pues el patrón lo hizo sobre su hija,
no sobre su hijo.
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| Maite Galdeano, en Telecinco |
Víctima y verdugo: Se puede ser víctima y verdugo. Las
víctimas de violencia de género no tienen que ser santas ni buenas. Cada una viene
y avanza con su mochila. Muchas mujeres que han sufrido violencia machista se
niegan a recibir terapia. Dicen que pueden solas. Quizás porque durante siglos,
si nos pasaba algo, el aprendizaje era callar y tirar para adelante.
Madres agresivas: De la misma manera que nunca he justificado que
infancias traumatizadoras o ausencias paternas puedan estar tras hombres
maltratadores, no pienso justificar que haya madres agresivas por la violencia
de género. Muchas también han sufrido, con terapia o no, y no por ello todas
han desarrollado el mismo patrón.
Rocío Carrasco: Nada tiene que ver este caso con el de Rocío Carrasco. Ni Rocío Carrasco es Maite Galdeano ni Sofía Suescun es Rocío Flores ni Kiko Jiménez es Antonio David Flores. A ver si vamos a tener que recordar una sentencia y qué decía de Rocío Carrasco el informe psicológico, porque de mala madre o tóxica no había ni una línea. Sofía Suescun no ha insultado ni ha sido agresiva con su madre. Al revés, la ha ayudado hasta donde ha podido, y es legítimo tanto la madre que corta lazos con una hija que quiere dañarla como la hija que se aparta de una madre que no la deja hacer su vida.
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