En los 50, 60 y 70 del siglo pasado el cine de guerra y el western dejaron en el imaginario de toda una generación de niños que solo los malos violaban a una mujer, pero en contadas ocasiones les enseñó el sufrimiento y las consecuencias para esas mujeres. La mujer como botín de guerra o descanso del guerrero. Se podían apreciar imágenes de crueles violaciones, siempre desde una mirada masculina, en la que, tras la agresión, la mujer echaba unas lágrimas, se recomponía y volvía a su vida y el violador se integraba entre los suyos, sin sentimiento de culpa, reproches o castigo.
Solo unos pocos, entre ellos, el genio italiano Vittorio de Sica, con su magnífica y oscarizada película Dos Mujeres, de 1960, se asoma al dolor emocional y a las consecuencias traumáticas de una madre y su hija adolescente, violadas por un grupo de soldados.
Hoy es el cine pornográfico el que llega sin filtros a niños y jóvenes. Violaciones "sin malos" y con un "supuesto consentimiento".
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