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Las postales como legado histórico de Almería

Antonio Torres
Periodista

Discursos Postales es una de las exposiciones del Centro Andaluz de la Fotografía (CAF) que más proyección ha tenido. Las postales, el esfuerzo de escribir un texto e ir a comprar un sello han sido sustituidos por el móvil, las redes sociales y la comunicación instantánea. Desde el ámbito cultural, Almería ha cerrado telediarios con la exposición del CAF que es recomendable saborear para saber de dónde venimos. 

Una tarjeta postal es, ante todo, un contenedor de significados culturales e ideológicos, articulados sobre una estructura formal múltiple que combina elementos visuales y textuales puestos al servicio de objetivos de índole económica, social, ideológica y estética, subrayan las comisarias un dispositivo extraordinario para crear estereotipos y clichés turísticos. La exposición ha sido comisariada por Cristina Arribas y Carmelo Vega. Se clausura este lunes. Ha pasado por los medios convencionales más prestigiosos. Para el director del CAF Juan María Rodríguez Caparrós es una producción propia cedida por varios años que además se ofrece en itinerancia. La muestra se organiza en torno a diez bloques temáticos que analizan diversos aspectos de su morfología, composición y, sobre todo, su relación con la fotografía y el diseño, a través de 800 tarjetas.

Lejos de un mundo digital, la postal era un “género híbrido muy moderno” porque reunía también la síntesis del mensaje: “En una cara escribías un mensaje muy corto y en la otra tenías la imagen en la que se simbolizaban los placeres o los deseos turísticos de esa zona”. Los españoles/as del pasado siglo no tenían cámaras de fotos, salvo unas pocas familias de las ciudades. La gran exposición del CAF nos ha llevado al retrovisor. El editor Juan Grima incluyó en 2010 más de un centenar de postales en un álbum distribuido por La Voz de Almería con 91 postales de Almería capital, junto a una amplia representación de las diferentes comarcas de la provincia. Merece la pena plantearse cómo éramos al observar una postal de Vera, fechada en 1912, ante la fachada del Casino en la Plaza Mayor. En aquel álbum destacan imágenes de varios coches de caballos repletos de personal en los servicios del Andarax a Almería y los de Murcia a la capital. La de los mercados de Albox y de Herrerías (Cuevas del Almanzora), las faenas agrícolas en Vélez Rubio, la calle Mayor de Garrucha sin asfaltar y la céntrica calle Granada de Huércal Overa, la vista general de Serón y la fachada de la iglesia de Tíjola, todas ellas nos explican como éramos hace más de un siglo. 

Los Gallardos, calle Mayor en 1964. En primer plano el comercio de Andrés Torres, el buzón de Correos y las inolvidables moreras. FOTO A LÓPEZ DE GARRUCHA

Postal de Los Gallardo. Es una de las postales que encargó el comerciante Andrés Torres, en 1963, a Foto López de Garrucha. COLECCIÓN MANU GALLARDO

El añorado exdirector de Radio Juventud de Almería Sigifredo Ortega, conocido por Sigi, fue otro de los grandes de la comunicación que recurrió a la postal, como he explicado en algunos de mis libros sobre la Historia de la radio. El alcalde de Almería Antonio Cuesta Moyano le impuso el Escudo de Oro por los éxitos de sus programas de participación de los oyentes. Su popularidad era tal que se hicieron fotografías comerciales, en el estudio de Cristóbal, del Paseo. Se vendían postales con la imagen de Sigi al precio de una peseta.

En la zona de Los Gallardos, se recurría a los retratistas, como Antonia García Vilchez, de Bédar, o a Foto Casas, de Vera, Gira, de Huércal Overa, y Reportajes López, de Garrucha, entre otros. A mediados de los años 60 del pasado siglo, mi padre, Andrés Torres Alonso, comerciante y cartero del pueblo, encargó al añorado fotógrafo de Garrucha Antonio López una serie de postales del pueblo en blanco y negro que recuerdo que se vendían a tres pesetas.

La Alcazaba y Puerta Purchena, postales de Ediciones Arribas, eran vendidas en el comercio de Torres que compraba a almacenes Danubio, propiedad de Vicente Baena, de la calle Las Tiendas, amigo de Joaquín Cabrera que en aquellos años era el director de Apuestas Mutuas Deportivas del Estado, la quiniela, y que sigue en la actualidad la familia Cabrera.

Tras el cierre de las minas de Bédar o de la fábrica de calzados Miguel Giménez, de Vera, hubo cientos de personas, familias enteras que emigraron en busca de un pedazo de pan. Se impuso la postal como la primera campaña mediática de Los Gallardos. Las postales más demandadas fueron la Iglesia Parroquial y varias de la calle Mayor. Son una lección de historia con las añoradas moreras, el letrero de la cartería, el buzón de correos, el despacho de quinielas, Caja Postal cuando no existían las oficinas de cajas y bancos en los pueblos. Más que un comercio era un bazar, autorizado por los médicos para despachar medicinas en distintos periodos donde no había farmacia, antes de don Antonio Soler, frente al pub Simón y después.

Una de las postales tiene la historia de uno de los puntos de encuentro del pueblo con el Correico del tío Baltasar Ruiz, que llevaba a los alumnos al Instituto de Vera, la moto en movimiento de Juan Ramón de la Venta y la moto aparcada de Miguel Guerrero, el padre del profesor Francisco Miguel. También es digno de destacar el anuncio del añorado bar Crespo, ahora convertido en un centro de estética por unos vecinos británicos, integrados en el municipio como cientos de extranjeros desde las actividades agrícolas, atención a los mayores en tareas domésticas o simplemente ciudadanos que han decidido pasar su vida en la zona de Los Gallardos. En esa postal se observa la modernidad que en aquellos años de emigración quiso imponer la familia Crespo, pioneros también con la llegada de la televisión al pueblo, con las luces y carteles de neón que aparecieron la edad de oro de las postales. Las postales marcan perspectiva.

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