Tras más de 20 años desde que comenzaran las
obras de rehabilitación del Ayuntamiento, al fin el equipo de Gobierno del PP
ha dado inicio a los trabajos para remodelar la Plaza de la Constitución. Ha
sido, sin duda, un reto a la paciencia de los almerienses que, primero, tuvimos
que soportar la estrategia de trinchera del PP contra la Junta de Andalucía,
entonces gobernada por el PSOE, y más recientemente, el empecinamiento en
retirar el Pingurucho y los árboles de la Plaza Vieja.
Nunca podremos saber si, como decían, el
objetivo era convertirla en una plaza castellana, libre de vegetación y obstáculos,
para hacer de ella una sala de conciertos, o si las verdaderas razones habría
que buscarlas en el hecho de que la réplica del monumento fue erigida por un
alcalde socialista, en recuerdo a unos soldados asesinados injustamente por
defender la libertad y los valores de la Constitución de 1812, a la sazón, ‘Los
Coloraos’, conocidos así por el color de sus casacas.
Sorprende observar ahora la satisfacción con la
que la alcaldesa explica este nuevo proyecto, que conservará dichos elementos,
fundamentales de nuestra historia, a pesar de haberse resistido a ello hasta el
extremo de que fue preciso acudir a los tribunales para lograr hacerla entrar
en razón. También se mantuvo firme durante el mandato de su predecesor,
Pacheco, cuando era su primer teniente de alcalde. Todo ello es consecuencia de
esta forma de gobernar de la derecha, desde la prepotencia y la unilateralidad,
en una estrategia política que lleva años lastrando el desarrollo de nuestra
ciudad, con consecuencias económicas y sociales incalculables.
Sea por la sentencia que nos dio la razón, obligando al Ayuntamiento a mantener dichos elementos, sea por un cambio de criterio repentino, la realidad es que los almerienses dentro de unos meses disfrutaremos de un espacio urbano renovado, con zonas de sombra natural y con un elemento central de una gran carga histórica. Ojalá no haya más retrasos.
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