En todos los órdenes de la vida y en las
estructuras públicas y privadas, existe cierta tendencia a la concentración y
centralización de sus mecanismos que, en muchas ocasiones, atrofian y
perjudican la obtención de los resultados que se persiguen. Este es el problema
que puede suceder con la prestación de los servicios sanitarios y hospitalarios
de la provincia de Almería radicados en Torrecárdenas.
La
concentración de instalaciones, equipos técnicos y profesionales para prestar
sus servicios a los pacientes en el área de Torrecárdenas, está poniendo de
manifiesto algunos de los problemas que ocasiona a la ciudadanía esta política
sanitaria-hospitalaria.
A mi
juicio, señalo algunos inconvenientes o problemas de este sistema:
1.-El
problema de la movilidad y de la accesibilidad de los enfermos y acompañantes
hasta el lugar, que ocasiona saturación de las infraestructuras y del tráfico,
con traslados prolongados de pacientes y familiares, que van en contra de los
criterios ambientales de la movilidad sostenible, desde el punto de vista de la
eficiencia energética y del cuidado del planeta.
2.-
La hiper concentración de centros hospitalarios exige disponer en esa
aglomeración de instalaciones complementarias acordes, para dar cobertura
idónea al aparcamiento de cientos de coches privados, así como de prestar los
necesarios servicios de cafetería y restauración, de los que actualmente no
dispone Torrecárdenas.
3.-
La concentración en Torrecárdenas se va produciendo en menoscabo de una
política sanitaria y hospitalaria de carácter territorial, que debería
descansar, en buena medida, en la potenciación y ampliación de los hospitales
comarcales que el sistema tiene creados en la provincia de Almería: el hospital
comarcal de la zona norte, en Huércal Overa, y del Poniente, en El Ejido.
Entiendo
que una política sanitaria-hospitalaria en la provincia, debería descansar en
el reforzamiento y ampliación –nunca en la debilitación o disminución-, de los
servicios y especialidades médicas de los dos hospitales comarcales existentes.
A
este respecto, señalo dos ejemplos que seguro serán entendidos y compartidos
por los pacientes y familiares afectados: creo que ambos hospitales deberían
disponer de las prestaciones de “hospital de día”, para poder atender a las
necesidades de los servicios de hemodiálisis (enfermos crónicos de
insuficiencia renal) y de quimioterapia y radioterapia (enfermos con
tratamientos contra el cáncer). Estos dos casos servirían para potenciar las
prestaciones de los hospitales comarcales y facilitarían considerablemente las
condiciones de vida de los enfermos y sus familiares o acompañantes, reduciendo los
largos traslados innecesarios y sus impactos económicos y ambientales negativos.
Creo
que estas situaciones, como muchas otras similares, pueden ser resueltas por
las autoridades gubernativas competentes, si se quieren atender a los
verdaderos problemas y necesidades de los almerienses.
Esta es mi opinión.
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