¿Se está creando en Torrecárdenas un mastodonte innecesario?

Francisco Espinosa Gaitán
Exdelegado de la Junta de Andalucía

En todos los órdenes de la vida y en las estructuras públicas y privadas, existe cierta tendencia a la concentración y centralización de sus mecanismos que, en muchas ocasiones, atrofian y perjudican la obtención de los resultados que se persiguen. Este es el problema que puede suceder con la prestación de los servicios sanitarios y hospitalarios de la provincia de Almería radicados en Torrecárdenas.

La concentración de instalaciones, equipos técnicos y profesionales para prestar sus servicios a los pacientes en el área de Torrecárdenas, está poniendo de manifiesto algunos de los problemas que ocasiona a la ciudadanía esta política sanitaria-hospitalaria.

A mi juicio, señalo algunos inconvenientes o problemas de este sistema:

1.-El problema de la movilidad y de la accesibilidad de los enfermos y acompañantes hasta el lugar, que ocasiona saturación de las infraestructuras y del tráfico, con traslados prolongados de pacientes y familiares, que van en contra de los criterios ambientales de la movilidad sostenible, desde el punto de vista de la eficiencia energética y del cuidado del planeta.

2.- La hiper concentración de centros hospitalarios exige disponer en esa aglomeración de instalaciones complementarias acordes, para dar cobertura idónea al aparcamiento de cientos de coches privados, así como de prestar los necesarios servicios de cafetería y restauración, de los que actualmente no dispone Torrecárdenas.

3.- La concentración en Torrecárdenas se va produciendo en menoscabo de una política sanitaria y hospitalaria de carácter territorial, que debería descansar, en buena medida, en la potenciación y ampliación de los hospitales comarcales que el sistema tiene creados en la provincia de Almería: el hospital comarcal de la zona norte, en Huércal Overa, y del Poniente, en El Ejido.

Entiendo que una política sanitaria-hospitalaria en la provincia, debería descansar en el reforzamiento y ampliación –nunca en la debilitación o disminución-, de los servicios y especialidades médicas de los dos hospitales comarcales existentes.

A este respecto, señalo dos ejemplos que seguro serán entendidos y compartidos por los pacientes y familiares afectados: creo que ambos hospitales deberían disponer de las prestaciones de “hospital de día”, para poder atender a las necesidades de los servicios de hemodiálisis (enfermos crónicos de insuficiencia renal) y de quimioterapia y radioterapia (enfermos con tratamientos contra el cáncer). Estos dos casos servirían para potenciar las prestaciones de los hospitales comarcales y facilitarían considerablemente las condiciones de vida de los enfermos y sus familiares o acompañantes, reduciendo los largos traslados innecesarios y sus impactos económicos y ambientales negativos.

Creo que estas situaciones, como muchas otras similares, pueden ser resueltas por las autoridades gubernativas competentes, si se quieren atender a los verdaderos problemas y necesidades de los almerienses.

Esta es mi opinión.

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