El infierno, la
desolación de Valencia, de Letur (Albacete) nos trae momentos de inundaciones
vividos en el Mediterráneo. Lo peor las cifras provisionales de más de 200
muertos. La previsión, de que la depresión aislada en niveles altos (DANA)
puede reaparecer en el este y sur. El agua tiene memoria y cuando la recupera
arrasa con todo en cuestión de minutos como ha ocurrido. El negacionismo
provoca sacudidas y cuesta vidas. En los tiempos de incomunicación total, los
propietarios de los cortijos dispersos y molineros de Turre y Los Gallardos, en
torno al Río Aguas, se comunicaban con caracolas de mar para anunciar que el
río venía crecido y con cara de pocos amigos. La terrible devastación de
Valencia, me trae a la memoria las inundaciones del 19 de octubre de 1973. Hay
una crónica pendiente para la historia de aquella gota fría. Años antes, en
1967, la salida del Río Aguas, en la desembocadura de Mojácar, hizo desaparecer
a Pedro Motos que ahora tendría 85 años y al camión que conducía. El río pasaba
por un lugar que unía Mojácar y Garrucha y que siendo presidente de la
Diputación Tomas Azorín se acabó con el problema de los sucesivos cortes de
carretera al construir el puente que reina en la actualidad. Nada se supo de
actuaciones de buzos, ni de rescates. Motos, natural de Vélez Blanco, llegó a
Los Gallardos en 1964, en compañía de su paisano de Vélez Blanco, José Ruzafa
Gómez, y se colocaron de conductores en la empresa de construcción de José Ruiz
Hernández de Los Gallardos, génesis de lo que es en la actualidad la empresa
Nila. Años después, los dos paisanos cambiaron de empresa. Ruzafa fue conductor
de autobuses en Cuevas del Almanzor pasó a Autocares Bernardo de Almería donde
consolidó una enorme carrera de prestigio con muchos quinquenios. Motos,
en el momento de su desaparición, trabajaba para el emprendedor de Mojácar,
Jacinto Alarcón, casado con Juana Torres, conocida popularmente por la
Molinera. Esta historia de los dos velezanos que nunca la vi escrita la llevaba
en mis entrañas porque Motos pronto se adaptó a la zona con sus pequeños ratos
de convivencia en Bar Crespo de Los Gallardos y con la familia de María García
de Mojácar. Su desaparición dejó destrozada a familiares de Vélez Blanco,
Mojácar y Los Gallardos. Fue novio de la gallardera Cristina Rodríguez,
Cristina de la Venta, íntima amiga de mi hermana Juanita. En casa y en toda la
provincia, esa faena del Río Aguas, dolió mucho. El viernes, un sobrino de
Cristina, Esteban Cazorla Rodríguez, me contó una historia sobre el papel de
los molinos que se asientan a lo largo del citado río, entre Sorbas, Los
Gallardos, Turre y Mojácar. “Cuando salía el río”, subraya Cazorla,
“antiguamente, los molineros se comunicaban con caracolas de mar para avisar
que el río venía fuerte, nada que ver con la sequedad de la actualidad”.
Adra, centro urbano, tras las inundaciones de octubre de 1973. La Voz |
Aquel desastre natural no se detuvo, sino que en 1973 reapareció con hasta 600 litros por metro cuadrado trajo devastadoras riadas en las provincias de Granada, Murcia, Alicante y Almería. Dejaron más de 150 muertos y medio centenar desaparecidos. Muchos de ellos Albuñol, Adra, cuenca del Almanzora y en un mercadillo de Puerto Lumbrera cuando la Rambla de Nogalte, que tanta historia tiene para la comarca de los Vélez, pareció un impresionante río. Toda la provincia recibió agua. Las riadas van pegadas a la historia profesional de este periodismo. Aquella mañana, me levanté a las siete de la mañana para prepararme con destino al Instituto de Vera. Nada más poner el pie en el suelo observé que había en el dormitorio más de una cuarta de agua y mis padres sacando con cubos agua del pequeño comercio y oficina de Correos pegado a la vivienda de la calle Mayor de Los Gallardos que parecía un río y la rambla salió como nunca arrasando parte de los bancales de naranjos de Agustín Ros, entre otros propietarios. A las nueve de la noche de aquel día tráfico, llegó a echar una quiniela, muy nervioso, un joven Gabriel Martínez Balastegui que posteriormente ejerció de policía nacional en Madrid y hermano de Ginés que fue diputado de la Diputación Provincial. “Andrés”, dijo Gabriel Martínez a mi padre con despacho de quinielas y cartería, “me acabo de librar de milagro porque el temporal ha acabado con el puente de Alcornia”, situado en las inmediaciones de la actual rotonda con destino a Alfaix y la autovía. Fueron tres días de intensas lluvias, rememora mi vecino Juan López Gallardos, hijo de Ángeles y de Emilio, uno de los pocos ganaderos que hacía la trashumancia en aquellos años, sin apenas mecanización en el campo.
La peor riada
del otoño en el Almanzora tiene en Albox y su Rambla del Saliente con Zurgena,
muertos, cosechas, viviendas destrozadas y coches amontonados, tiene ejemplos
de negocios que lo perdieron todo. Una de mis primeras entrevistas sobre las
consecuencias de la riada fue la que le formulé después, en compañía de Miguel
Chacón de Albox, al portero del Mestalla de Valencia, Jiménez, un héroe que se
jugó la vida. Natural de Albox rescató a varias personas cuando el Almanzora se
las llevaba. En esa memoria colectiva de dolor por los muertos, quedó el
recorrido de helicópteros que solo se habían visto en la zona, tras la caída de
las bombas de Palomares de 1966, o las imágenes de personas encima de los
terrados de varios centros educativos de Cuevas del Almanzora porque pasaban
metros de agua con campos inundados. En todas partes, hubo desesperación con el
nombre propio de las víctimas.
El pasado año se
conmemoraron en Cuevas del Almanzora, resto de municipios y en Albox con
exposiciones y actividades impulsadas por la Asociación Somos Albojenses y el
Ayuntamiento albojense, dónde el telegrafista y periodista, el admirado y
respetado Francisco Torregrosa jugó un papel fundamental con sus crónicas
frescas en tiempos en el que el término sociedad hiperconectada no estaba, pero
sí escrita la novela de George Orwell, 1984, que popularizó los
conceptos Omnipresente y Gran Herman. Esa tragedia produjo destrozos enormes.
La Plaza Mayor de Albox, el colegio Velázquez que desapareció o el Restaurante
La Parrilla por donde pasaba la vida del municipio que fue el primero de la
provincia en contar con semáforos. Todas las campanas de Albox repicaron
durante varios minutos avisando de lo que estaba sucediendo. Los vecinos de
Zurgena acogieron durante varios días una jornada meteorológica durísima, terrorífica.
Los servicios públicos han vuelto a demostrar que son imprescindibles cuando una catástrofe sacude un territorio, tal como se aseveró en varios medios. Los periodistas están transmitiendo la dignidad de las personas que se enfrentan a la adversidad de la ruina y de la muerte. La reportera de Telecinco, Arantxa de Fez, vivió en sus propias carnes la tragedia al perder su vivienda por la devastadora riada y demostró una entereza digna de las grandes profesionales que no se descomponen. Furgonetas, coches y contenedores de basura fueron arrastrados por corrientes que, en algunos casos, alcanzaron el primer piso de los edificios. Los que somos de la zona levantina almeriense, como nos recordó Manolo León el viernes, vemos en cada octubre “una nube negra”. Los más jóvenes tienen en la retina las trágicas inundaciones de la costa de Vera en Puerto Rey, Puerto Laguna, y en Garrucha de 2012 y 2019 con coches apilados. El catedrático de Geografía y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina, señaló en Hoy por Hoy de la Cadena SER que existe una desatención por parte de la ciudadanía a las alertas meteorológicas". Olcina es uno de los autores del reciente informe sobre cambio climático en España. “Una evidencia mediterránea del cambio climático”. Pidió que se repensara el sistema de alertas, quizá incluyendo el color negro para que la gente sea consciente de que se juega la vida. “No tenemos huracanes, pero las DANAS provocan destrozos que pueden ser más grandes”. El ejemplo de solidaridad con las familias de las víctimas es notable. Un pequeño ejemplo. Almería se ha puesto las pilas, nos informó Alfredo Casas en Cadena SER Almería con la iniciativa de personas, instituciones, bomberos, Cruz Roja, todo el mundo es consciente de la espeluznante gravedad de lo sucedido. De nuestros pueblos están saliendo camiones cargados de agua con iniciativa de particulares como la iniciativa de Los Gallardos C.F, presidido por Francisco Torres, el Picante.
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