En la madrugada
del 20-N, 49 aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco, ha
fallecido el teniente general Andrés Casssinello Pérez, un almeriense bueno y
noble con quien todos los demócratas españoles estamos en deuda. No sé por qué,
ayer, en La Noche en 24 horas (TVE) del 19-N, mientras mi amigo agonizaba sin
yo saberlo, hablé en directo con Xabier Fortes sobre la contribución excelente
de Andrés a la Transición pacífica de la Dictadura a la Democracia.
Martínez Soler, con l teniente general Cassinello / JAMS |
Su papel como
asesor directo del presidente Adolfo Suárez, casi secreto, como corresponde al
jefe de los espías, al creador de embrión del CNI, es poco conocido. Yo tuve el
privilegio de contar con su amistad y confianza y me consta su contribución
fundamental a la Transición y al fin del terrorismo de ETA. En la hora de su
muerte, nuestro ilustre paisano merece el reconocimiento de las personas de
bien de España.
Tengo tantos
recuerdos y tan entrañables de nuestra larga y profunda amistad que, en estos
momentos, me cuesta hacer justicia a su memoria. Pero me han llamado de la Voz
de Almería y, aunque jubilado, soy periodista y, con todo el dolor que me causa
su pérdida, debo escribir este obituario.
En primavera
celebramos su 97 cumpleaños. Sopló las velas y brindamos con Muga, su rioja
favorito. Hace apenas un mes, visité al general Cassinello en su casa. Estaba
totalmente lúcido y simpático. Pero no pudo sumarse a nuestra comida
tradicional de almerienses transterrados a Madrid porque, con su gran sentido
del humor, me dijo que le fallaban las piernas. Y añadió: “Ya no soy de
Infantería, paisano. Tendré que moverme en silla de ruedas o en tu coche puerta
a puerta”. Luego, un catarro perjudicó mucho su salud y aplazamos el almuerzo.
Hasta hoy.
Me dice Pilar,
su viuda: “José Antonio, Andrés ha fallecido esta noche muy tranquilo rodeado
de todos”. También me lo ha confirmado su hijo Agustín. Andrés se merecía una
muerte tranquila como colofón a una vida tan intensa y fructífera. Me alivia.
Quise llevarle personalmente el libro “Franco para jóvenes” que acabo de
publicar con mi hijo Erik. No me dio tiempo. Nuestro general me ayudó mucho en
la edición de mis memorias (“La prensa libre no fue un regalo”), me dedicó un
prólogo entrañable (“Vidas que han estado entrelazadas”) y, con gran energía,
presentó mi libro en el Ateneo de Madrid.
Era un militar
sabio y prudente. Su biografía de Juan Martín “El Empecinado” me dio las claves
de su rigor intelectual y su defensa de la libertad. No es normal que un militar
de los de Franco, que trabajó en los servicios secretos de la Dictadura y de la
Democracia, titule con “El amor a la libertad” su libro sobre El Empecinado. Su
evolución personal y profesional ha ido pareja con su amor a España. Antes de
ser nombrado capitán general de Burgos (en los años de plomo de ETA), trabajó
con los generales Gutiérrez Mellado y Sáenz de Santa María. También estuvo a
las órdenes del general Aramburu Topete (director general de la Guardia Civil)
quien le encargó que mantuviera contacto permanente con las capitanías
generales y las comandancias de toda España durante la tarde y noche del golpe
de Estado del 23-F de 1981.
Mientras los
tanques recorrían las calles de Valencia solo se le resistía a informar el
coronel Quintanilla. Le dijo a su ayudante: “Diga a Quintanilla que o me llama
en 10 minutos o mañana voy a Valencia y le corto los huevos”. Su colega
entendió el mensaje rotundo y cuartelero de Cassinello y le llamó
inmediatamente. Andrés fue quien detuvo personalmente al teniente coronel
Tejero y abortó el golpe contra Suárez en la Operación Galaxia de 1978. También
avisó de que, poco antes del 23-F de 1981, Tejero volvía a tramar algo, pero no
le hicieron caso.
Su currículo de
éxitos y cargos al servicio del Estado es muy extenso y no cabe en esta nota
sentimental de despedida de un amigo. Solo recordaré que fue un defensor del
Estado al que sirvió con lealtad desde sus distintos puestos y evolucionó como
la mayoría de la sociedad españoles desde la Dictadura a la Democracia. Era un
lector infatigable y fino escritor (sus famosos “boletines” eran muy
apreciados). Él me ayudó a editar mis memorias. De acuerdo con mi esposa, ambos
cortaron 500 páginas de mi infancia y juventud en Almería y dejaron solo mi
vida universitaria y periodística. Yo tuve la fortuna de ayudarle con la
edición de sus memorias (“La huella que deja el tiempo al pasar). En ellas
incluye el informe que dio al presidente Adolfo Suárez para que, en la Semana
Santa de 1977, legalizara el Partido Comunista de España antes de las primeras
elecciones libres del 15-J de ese año. También incluye sus gestiones para traer
a España a Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat de Cataluña en el
exilio.
Su historia
personal muestra la entereza, humanidad y bondad de su carácter. Milicianos
republicanos asesinaron a su padre José y a su tío Andrés (jefe de mi padre).
Mi padre, teniente del Ejército de la República, me dijo un día: “Por
asesinatos como el de mi jefe perdimos la guerra”. El joven Andrés hizo gran
amistad con José Fornovi, su compañero de pupitre en el colegio. Al acabar la
guerra, los franquistas asesinaron al padre de su amigo. Unidos en tal
desgracia, fueron grandes amigos de por vida.
Por su labor
secreta de captación de información, el general Cassinello tuvo acceso personal
y directo a los líderes antifranquistas y a los franquistas. Era consciente de
que ambos bandos desconocían la fuerza real del contrario. Ese desconocimiento
y miedo mutuo ayudó al pacto constitucional del 78. El miedo de los franquistas
a una revancha de los vencidos en la guerra y el miedo de los demócratas a otra
Dictadura militar acercó las posiciones de ambos. Con un 20 % de generosidad y
nobleza y un 80% de miedo a volver a las andadas fue posible la Constitución de
todos, la más larga y provechosa de la historia de España. El miedo nos hizo
demócratas.
Este éxito se lo debemos, en buena parte, al trabajo sutil y secreto del general Cassinello, creador del embrión del CNI, quien susurraba información esencial al oído de Adolfo Suárez todas las mañanas a las 9.00h. La información es poder. Por eso, Andrés tuvo mucho poder y como auténtico patriota, lo puso al servicio de la libertad de todos los españoles. ¡Cómo no iba a quererle!
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