La violencia de
género sigue siendo una realidad devastadora en nuestra sociedad. En 2024, un
total de 41 mujeres han sido asesinadas, una cifra que se eleva a 1.286 desde
2003. Es la manifestación más extrema de la desigualdad de género y constituye
una violación de los derechos humanos.
Este año
conmemoramos el 20 aniversario de la Ley Integral de Lucha Contra la Violencia
de Género, aprobada en diciembre de 2004, bajo el Gobierno de José Luis
Rodríguez Zapatero, que trasladó al ámbito judicial la dolorosa realidad del
machismo, a la que nadie hasta entonces se había atrevido a llamar por su
nombre. Gracias a esta ley, en España dimos un salto cualitativo en la lucha
contra la violencia de género, pues desde entonces se la considera una cuestión
de Estado y obliga a movilizar recursos públicos en todos los niveles de la
Administración.
La lucha no ha sido fácil y ha requerido el esfuerzo de muchas organizaciones
feministas y el apoyo indispensable de las fuerzas progresistas. En ese camino
hacia la igualdad, en el año 2017 se aprobó el Pacto de Estado Contra la
Violencia de Género, impulsado por el PSOE, con 200 medidas y un presupuesto de
1.000 millones de euros.
Se trata de un
pacto crucial para la erradicación de la violencia de género y debe renovarse
con el consenso de todos los partidos políticos. En esta renovación, es
fundamental prestar especial atención a mujeres rurales, con discapacidades,
mayores y pertenecientes a colectivos vulnerables porque ellas encuentran más
dificultades a la hora de pedir ayuda y acceder a los recursos para salir de la
pesadilla en la que viven.
Además, gracias a la Ley Orgánica 10/2022, de garantía integral de la libertad
sexual, se ha puesto el consentimiento en mitad del Código Penal y se están
desplegando centros de atención 24 horas para mujeres que sufren agresiones
sexuales, donde se ofrece a las víctimas asistencia psicológica, jurídica y
médica, incluso si no denuncian.
Cada mujer asesinada, cada niño o niña que muere a manos de su progenitor, cada
agresión, cada insulto nos confirma en la necesidad de seguir construyendo
desde las instituciones una sociedad igualitaria y libre de violencia, con la
abolición de la prostitución y la erradicación de la trata con fines de
explotación sexual, como objetivos esenciales. Por todas las mujeres, ni un paso
atrás.
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