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Óscar Cornejo: "La docuserie de Rocío Carrasco desveló las miserias del sistema"

Alba Haro
@opinionalmeria

La traumática desaparición de la parrilla televisiva de dos programas de Telecinco que eran líderes de audiencia, Sávame y De Luxe, aún sigue llenando páginas de periódicos. Óscar Cornejo, que ahora es CEO de la productora Fabricantes Studio junto a Adrían Madrid, pero que en aquel momento lo era de la productora de ambos programas, La Fábrica de la Tele, ha concedido una amplia entrevista a Diari de Tarragona, precisamente el periódico de su tierra natal. De esa entrevista entresacamos algunas respuestas del coproductor, ahora, de Ni que fuéramos Shhh, el programa que se emite diariamente en Ten.

Óscar Cornejo, en una entrevista en la cadena Ser

Cómo no nos dimos cuenta: “Estamos hablando como si hubiera habido un cataclismo. Un meteorito. Un crimen. Un asesinato. Yo creo que una de las claves de construir futuro es relativizar lo sucedido, pero relativizar no significa olvidar. No olvido nada. Es más, lo he ido apuntando. Porque me van viniendo recuerdos y conversaciones. Incluso voy encontrando mails y datos y me digo ¡Madre mía! ¿Cómo no nos dimos cuenta? Y claro, reinterpretas, te pasan por la cabeza tantas conversaciones, llamadas, cruces de personas en el pasillo, miradas... Nosotros estábamos a lo nuestro: tele, tele, tele, trabajar y trabajar, y por detrás se estaba gestando la marimorena. Yo no sé si hubo una maniobra política, yo creo que hubo un cataclismo en el panorama televisivo que supuso primero la cancelación de ‘Sálvame’ y a continuación nuestra cancelación. Fue de tal magnitud que lo que generó fue miedo. Creo que generó miedo en el sector. Miedo”.

Huérfanos de Sálvame:Muchos. Eran cuatro horas de meditación pura. Tú hacías con Sálvame lo que te daba la gana. Lo consumieses todo o un ratito. Era un programa para consumir y desechar. Podías estar cuatro horas viéndolo y, cuando acababa, no sabías ni de qué había ido el programa, pero a ti te había calmado lo suficiente como para regresar a tu locura”.

Intereses económicos: “Detrás de nuestra cancelación también hay intereses económicos y hay competencia y competitividad. Es decir, que si no estamos nosotros están otros”.

Comida con Ana Rosa:A ver, aquí ya empiezan las cosas que tengo que medir mucho. Os lo cuento casi como cotilleo. Ella se nos quejaba rollo «mira lo que me han hecho», cuando nosotros ya estábamos en la calle. Comimos juntos hace un mes. Yo le daba patadas a Adrián bajo la mesa para decirle: «Qué fuerte ¡Tenemos tanto por aprender! Esta señora es una maestra. O sea, nos ha echado y casi nos llora. «Mira lo que me han hecho». Lo que le han hecho es que ella no quería ir a la tarde. Bueno, a lo mejor es cierto. Imagínate que es cierto. Es que no lo sé... Pero la escuchas y es una víctima. Pero una víctima que se olvida que ella está ahí facturando y nosotros aquí en la puta calle. Esto es el mundo al revés. Yo creo que ella es una grandísima profesional, es una comunicadora excelente. Es que prefiero decir solo que lo hace muy bien porque, si no, cualquier cosa me va a traer problemas aún hoy, imaginaos”.

Rocío Carrasco: Podría demostrar que la emisión de la docuserie de Rocío Contar la verdad para seguir viva lo cambió todo. Fue determinante. Determinante. Fue determinante para que empezaran a suceder cosas o para que se empezaran a mover cosas. Quizás en ese momento nadie, ni los que empezaron a mover cosas, sabían en qué acabaría ese movimiento. Pero estoy convencido de que fue determinante. Y te digo otra cosa: yo lo volvería a hacer. Aun sabiendo los resultados. Cuando digo que la docuserie lo cambia todo es que da una patada en la mesa, una bofetada en la cara del poder. Evidentemente, debía tener consecuencias. La primera, nosotros mismos, porque fue un ejercicio brutal de autocrítica al tipo de información que se daba en muchos de los programas que habíamos hecho. Porque durante 20 años se contó una historia desde una única versión y dándola por válida solo porque la otra parte no abría el pico. Ha sido uno de los momentos de televisión más brutales de los últimos veinte años o de la última década. Yo no recuerdo nada comparable. Ni en audiencia ni en impacto social… No sabíamos que iba a tener ese recorrido. Para nada. El primer día, tras la emisión del primer capítulo, recuerdo salir del plató y decirle a Adrián: hemos perdido esta historia, ya no es nuestra. Quedaban todavía por emitir no sé cuántos capítulos. Pero ya estaba en manos de otros. De los espectadores. De la gente. Gente que piensa de una manera y gente que piensa de otra. Pero también estaba en manos de las mujeres. Nos sobrepasó. Y además, es que pillan un momento de cambio... Para variar, no pasaron ni 24 horas y ya se había politizado. A partir de ahí ya estás perdido… La noche de la primera emisión ya hubo manifestaciones de determinados representantes de partidos políticos de la izquierda, con tuits, etcétera. A partir de ahí ya daba igual. Rociíto, como personaje del corazón, era lo de menos. Era su historia y el impacto y lo que había puesto sobre la mesa… ¿Por qué? Por romper un tabú como una casa. Ella desvela las miserias del sistema. De nuestro sistema. Es una autocrítica en toda regla. Primero nos cargamos el sistema de ciertos medios de comunicación, como el nuestro, pero después pone patas arriba una realidad, su realidad, que, de repente, se descubre que es una realidad muy presente en la sociedad, en muchísimas mujeres”.

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