El programa La Revuelta, que emite cada noche, de
lunes a jueves, La 1, de RTVE, se ha convertido en uno de los más populares de
la televisión en España. Cada día, alrededor de dos millones de personas se
sientan ante el televisor para verlo. Entre los espectadores predomina el
público joven, y una de las tareas de David Broncano, el presentador, es atraer
al espectador más veterano, al que suele nombrar con el infantil nombre de “yayos”.
“Enviad esto a vuestras yayas,
que vean el contenido que se están perdiendo”. “Ojalá este baile de bachata de
Ana Belén y Broncano suponga el empujón definitivo para conectar con las yayas de este país”,
son expresiones que se pudieron oír el pasado martes con la invitada Ana Belén.
David Broncano y la "yaya" Ana Belén, en La Revuelta / La 1 |
¿Es adecuado
denominar de este forma –yayo o yaya- a las personas mayores? No, no es
adecuado, y así lo pone de manifiesto un extenso artículo que ha publicado Cristina
García Casado en Infolibre que considera que yayas “ni todas las mujeres
mayores lo son ni las mujeres mayores quieren ser definidas sólo por ese rol
familiar. Es una manera de hablar aún común, pero no inocua”.
En el artículo,
voces autorizadas en la materia se pronuncian sobre esta forma de David
Broncano de llama a nuestros mayores. “Puedes haberlo dicho sin mala intención,
pero lo que hace, y más con la gran capacidad de amplificar que tiene La
Revuelta, es perpetuar el imaginario de que lo único que pueden ser
las mujeres mayores es abuelas”, explica Mónica Ramos Toro, geroantropóloga
feminista y coordinadora técnica del Grupo Social UNATE, especializado en personas mayores, de
Cantabria. “Existe la idea de que una mujer mayor es una abuela, que hace ricas
croquetas, quizás con andador, pero las mujeres mayores son muy diversas: también son personas que se
masturban, escriben novelas o se envían tuits con alguien de Sídney”, recuerda.
Pili Castro
Blanco, profesora de psicología del envejecimiento en la Universidad de Deusto
y vocal de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) ve el tema
de esta forma: Se tiene una imagen de personas que pierden la capacidad de
pensar, de decidir, que tienen valores trasnochados, que no están al día. Existe la creencia de que envejecer es algo
malo, cuando es algo natural, y de que a medida que nos hacemos mayores
valemos menos, cuando hay cosas en las que se gana. Algunos estudios sobre la
felicidad dicen que somos más felices con 70 que con 40. Ser mayor no te obliga
a ser de una determinada manera, eso depende de la forma de vida que hayas
tenido y de las oportunidades”.
“Los medios de comunicación tienen en este, como en otros temas sociales, una responsabilidad especial para contribuir a educar a la sociedad y a desterrar estereotipos, o al menos para dejar de perpetuarlos”, afirma la autora del artículo.
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