El año 2024 ha
sido testigo del escandaloso fraude electoral perpetrado por la alcaldesa a los
almerienses. Una de sus frases más repetidas durante la campaña electoral fue
que no tocaría los impuestos, sin embargo, en apenas un año aprobó la subida
del IBI. A continuación, vino el incremento de la factura del agua y, en 2025,
nos espera la subida de la tasa de la basura.
Pero 2024 no
solo ha sido el año de la mayor carga fiscal de la historia reciente de
Almería. A lo largo de sus 365 días hemos comprobado cómo persisten dos de los
problemas más acuciantes que aquejan a nuestra ciudad: la suciedad y la escasez
de vivienda asequible.
La falta de
limpieza sigue siendo una de las quejas más recurrentes de los almerienses.
Bajo la gestión del PP seguimos condenados a caminar por calles malolientes,
con contenedores sucios o rebosantes de basura. Es raro el día en que no haya
quejas vecinales por el estado de suciedad de alguna zona de la ciudad.
Recientemente, las críticas se han sucedido por la falta de mantenimiento del
recién estrenado Parque de La Hoya o del mirador del Cerro de San Cristóbal,
donde se han invertido millones de euros de fondos Next conseguidos por el
Gobierno de España. Ni lo antiguo ni lo nuevo es objeto de un cuidado adecuado.
Y en lo que respecta
a la vivienda, las nuevas promociones que construye el Ayuntamiento siguen
teniendo precios inalcanzables para la gran mayoría de los almerienses, como
los 224.832 euros que cuesta una vivienda de 90 metros en la zona de Carrefour.
2024 también ha sido
el año en que el Almería ha acaparado la atención mediática nacional por la
torpeza de quienes nos gobiernan, al poner en circulación un cartel
publicitario que parecía incitar a la pederastia y por la muerte de varias
gacelas por el empecinamiento de la alcaldesa de celebrar conciertos en el
Parque de La Hoya, junto a la finca donde los científicos del CSIC protegen a
animales en peligro de extinción, como si Almería no tuviera otros lugares
maravillosos donde disfrutar de la música al aire libre.
El mundo de flashes y photocalls en el que habita la alcaldesa le impide ver la realidad de las familias almerienses. La conversión del Ayuntamiento en una mera empresa de gestión de eventos, impulsada estos años por el PP, no es más que un espejismo para ocultar la verdadera urgencia: una gestión eficaz y eficiente de los servicios públicos.