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Los libreros se posicionan ante "El odio"

Evaristo Martínez
Periodista

‘El odio’, el libro en el que el escritor Luisgé Martín (Madrid, 1962) traza un perfil del filicida José Bretón y recoge sus confesiones sobre cómo acabó con la vida de sus hijos en Córdoba en 2011, tenía que haber llegado ayer a las librerías bajo el sello de Anagrama

El odio

Sin embargo, la obra se encuentra sin distribución después de que la Fiscalía presentara un recurso ante la decisión de un juez que rechazó suspender su publicación como reclamó judicialmente Ruth Ortiz, madre de los niños asesinados a los 6 y 2 años de edad.

De momento, el libro no puede adquirirse en tiendas físicas ni por internet, lo que podría revertirse cuando la justicia resuelva. Una situación que ha llevado a las librerías a plantearse qué hacer si, finalmente, ‘El odio’ ve la luz.

Picasso fue, posiblemente, la primera librería de España en tomar partido de forma pública. Lo hizo a través de sus redes sociales con un comunicado que además se expone en el cristal de su escaparate, en Reyes Católicos. “Muchas personas opinando, mucha libertad, mucha represión... Librerías Picasso ha decidido n vender este libro, y así se lo comunicaremos a la red comercial. Respecto a la editorial Anagrama, esperamos medidas. Convencidos y convencidas del dolor causante a las mujeres, convencidos y convencidas del inmenso dolor de Ruth”, dice el texto.

Una nota que, según explica a este periódico Ana Amezcua, empleada de la librería, fue consensuada por la veintena de trabajadores de la empresa en sus sedes de Almería y Granada.

Bibabuk sigue la misma línea. “Es la primera vez que hacemos esto, pero no nos parece bien cómo lo han hecho la editorial y el autor: tenían que haber contado con la madre. Que ella tenga que aguantar esto es denigrante”, sostiene Presen Martínez Alcaraz, gerente de la librería situada en la Rambla.

Tampoco tendrán el libro en catálogo ni lo servirán por encargo en Zebras. “Lejos de querer coartar la libertad de expresión, hay una parte implicada, Ruth Ortiz, que no quiere que se publique su historia y ha interpuesto una demanda. Se vulnera su derecho a la intimidad, así como el de sus hijos, y se la revictimiza en un caso de violencia vicaria”, considera Isabel Ausejo, de la librería de El Zapillo.

Y de forma similar se manifiesta Sergio Soler, de La Tarara, en Adra. “Entendemos el derecho a la creación que defiende Anagrama, pero esto afecta a una madre y a la familia de unos niños, obligados a ver cómo se remueve algo tan doloroso. Ella lo ha rechazado y creo que debemos respetarlo”, subraya.

Por su parte, Vicente Gómez, de El Faro de Recóndito, en la carrera de Los Picos de Almería, señala que mientras el caso esté en sede judicial “no tiene mucho interés” darle vueltas al tema. “Tampoco lo he leído, como la mayoría que vierten opiniones, por lo que no puedo hacer una valoración real. La libertad de expresión y edición son principios legales que sería sensato respetar, por lo que esperaremos a lo que diga el juez”, indica.

Hay otros punto de vista. Es el caso de Isidoro Salvador, de Metáfora, en Roquetas. “Más allá de que pueda ser un ejercicio doloroso, la literatura no es algo que se hace para complacer o agradar oídos, sino porque cumple una función social. No somos los libreros quienes debemos de censurar la actividad del escritor. Y Luisgé Martín no es un mindundi, ni un desalmado que quiera levantar escarnio. Comparto el dolor de la madre, pero coincido con el juez: prima la libertad de expresión”. Tiene claro que si Anagrama lo distribuye, lo venderá. “Y tengo varias reservas de clientes que lo han solicitado”, añade.

Rodolfo Criado, de Espacio Lector Nobel, en Vera, también ha recibido reservas y pedidos. “En primer lugar te diré que considero una estupidez que ‘avant la lettre’, alguien se pronuncie contra un libro que aún no ha leído. Pero todavía más grave es que siendo una librería, un proveedor neutral de cultura y conocimiento, orientes y mutiles, con las notorias y personales convicciones de los propietarios de la misma, el derecho del público a conseguir el texto que desee, con la libertad en la que creemos. No se rasgaron las vestiduras con el gran espectáculo del pececito Gabriel y la carnaza desplegada con Alcasser, durante días y meses. Hay una responsabilidad pública de las librerías que va más allá de las creencias y convicciones de sus propietarios. El lector podrá comprar el libro o no. Como puede comprar ‘Mi lucha’. Hace más daño este falso escándalo, que su publicación y venta sin más. Prohibir un libro sin conocerlo (además) es un atentado a la libertad de expresión, además de una herida a la democracia, que anuncia y confirma las últimas tendencias de la sociedad, el poder y el mundo, cuyo origen ya es de sobra conocido, y ese, ese sí que es un peligro”, concluye.

‘El odio’ será tema de conversación durante la Feria del Libro, que se celebra del 1 al 6 de abril. Un cita inminente que, sin embargo, el Ayuntamiento aún no ha presentado. Tampoco se conoce su programación ni los autores que la visitarán, ni ayer miércoles había comenzado el montaje de las 32 casetas que ocuparán la Rambla esos días.

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