Hace algo más de 25 años el Ayuntamiento
que yo presidía decidió acometer la rehabilitación del Paseo. Desde la
ciudadanía hubo voces discrepantes sobre esa actuación (la anterior fue en
tiempos del alcalde Gómez Angulo), especialmente por la proximidad de las
elecciones municipales de 1999 a las cuales yo me presentaba por el Partido
Popular después de haber obtenido por primera vez mayoría absoluta en 1995.
La necesidad de esa actuación primó
sobre el oportunismo, y para ello, y con el correspondiente asesoramiento
técnico, se decidió que el material que debíamos utilizar para su acerado era
el granito y para ello se eligió el más noble y seguramente el más caro,
procedente de las canteras de granito de O Porriño (Galicia), vista la mala
experiencia del mármol entonces existente y que tantos accidentes en forma de
caídas y resbalones producía. Se eligió el granito como material que
garantizaba fundamentalmente durabilidad en el tiempo.
No fue una obra fácil y hay quien piensa
que ahí cavé mi futuro político. Opiniones hubo para todo pero ahí quedó una
obra que se ha mantenido en magnificas condiciones hasta hoy con toda la
vigencia prevista.
Recientemente el Ayuntamiento,
legítimamente, ha entendido que había que actuar de nuevo en el Paseo, vista la
pésima experiencia del carril para bicicletas y patinetes que disminuían a la
mitad la calzada. Para ello se ha optado por un proyecto que también ha
producido amplísima controversia vecinal y que hay que esperar que mejore la
funcionalidad que se le supone a la principal vía de la ciudad, al menos
históricamente.
Para esta actuación alguien, se supone
que con responsabilidad política que no técnica, ha decidido prescindir de la
solería de granito, solería que costó a la ciudad muchos millones de pesetas -en
esos años eran pesetas- y que está plenamente operativo y funcional.
Llegados a este punto se plantean varios
interrogantes: primera, ¿para nivelar la calzada con las aceras era
absolutamente necesario “cargarse” el acerado?; segunda, ¿tal hecho fue avalado
por los técnicos municipales?, y tercera, ¿el proyecto elegido impuso tal
necesidad?
Para mí ha sido una absoluta sorpresa, y
seguramente para muchos almerienses, prescindir de este material en el tramo ya
iniciado de rehabilitación entre Puerta Purchena-Navarro Rodrigo y Ricardos, y
ya se ha levantado parte de ese acerado, pero el proyecto supone prescindir
totalmente de esa solería desde la fachada de los edificios en ambas aceras,
aproximadamente unos siete metros de granito, tanto en sentido ascendente como
descendente en los 800 metros de Paseo.
La gravedad estriba no sólo en que se
haya levantado parte de esa solería para después reponerla, sino que está
siendo “picada” para ir directamente al vertedero. ¿Es esto capricho de alguien
o sólo negligencia que ha supuesto tirar por la borda muchos millones de
pesetas que salieron de nuestros impuestos, esto es, del bolsillo de los
almerienses? Mi pregunta es sí estamos todavía a tiempo de corregir semejante
dislate, en opinión de muchos técnicos consultados, y es claro que si no es así
habrá que pedir responsabilidades políticas, que no técnicas, a quien haya
tenido la frivolidad de tal decisión.
Para nivelar la calzada con las aceras, en función del nuevo proyecto, de ninguna de las maneras era necesario destruir una obra bien hecha, que nació con vocación de durar casi una eternidad y lógicamente menos costosa y de menor duración en beneficio de la propia ciudad, vecinos y comerciantes. Otra cuestión será el diseño y el futuro del proyecto elegido, que para esto hay también multitud de opiniones y no todas positivas.
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