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El Ayuntamiento de Mojácar dedica un monolito al catedrático Bonet Correa

Antonio Torres
Periodista

Mojácar volvió a ser capital del Arte con motivo del acto institucional, lanzado por el Ayuntamiento y los hijos del catedrático Bonet Correa, una de las figuras más importantes de la Historia del Arte. El arquitecto Damián Flores, siempre atento, realizó la placa de bronce que figura en el monolito dedicado a la memoria de Antonio Bonet Correa (A Coruña, 1925-Madrid, 2020) que inauguró el alcalde Mojácar, Fran García, junto a Juanjo Alonso, delegado de Cultura de la Junta de Andalucía en Almería. Hubo una buena gavilla de intelectuales y personas que lo recordaron con afecto como la exalcaldesa Ros Mari Cano y los investigadores Clemente Flores Montoya y José González Núñez. 

El alcalde de Mojácar, Fran García, con los hijos de Bonet Correa y varios concejales / La Voz

El exdirector del Reina Sofía y de Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, Planes, es uno de los críticos de arte y literatura más reconocido. Como poeta, comisario de exposiciones y museólogo no pierde su vinculación con Almería. Su padre, comenzó a adentrarse en suelo mojaquero en 1965, de la mano de Horacio Capel, geógrafo lorquino del que se había hecho muy amigo en Murcia. “Mi padre trató a Jesús de Perceval, el creador del Movimiento Indaliano”, comenzó su intervención Bonet Planes. “Interesadísimo por la arquitectura popular y por la mirada sobre esta de los arquitectos del movimiento moderno, le gustaba que en el catálogo de la exposición de Bernard Rudofsky del MoMA de Nueva York, ´Arquitectura sin arquitectos´, saliera una vieja fotografía de Mojácar. Toda la familia compartió ese amor suyo. Debido a que todo ello surgió en el contexto murciano, por mi parte tengo claro que Almería comparte muchas cosas con Murcia. La fascinación por ese Sureste está muy bien reflejada en el libro La España del Sur, de Jean Sermet, gran geógrafo al que más tarde tendría yo ocasión de conocer en Toulouse”.  “Jacinto Alarcón, el inolvidable alcalde que supo poner a Mojácar en el mapa de la cultura, incluyó a nuestro padre en la lista de los agraciados con un terreno. La condición del pacto no-escrito era construir en él. En aquel momento no pudo construirse esa casa, por lo que se perdió esa opción. Más tarde, compraría una de las viviendas de la suerte de kasbah entre popular y ultramoderna que el gran arquitecto Roberto Puig construyó junto al último tramo de la carretera de acceso. Vivienda en la que nuestra familia pasó muchos veranos de los años setenta y ochenta”. “A propósito de Roberto Puig, hay que recordar que en el hall del Hotel Mojácar, su edificio mojaquero más ambicioso, realizó un mural a partir de un fragmento del fuselaje de uno de los aviones de la USAF que cayeron en Palomares. Roberto, que había visto desde Mojácar la bola de fuego, fue de los primeros en llegar al lugar de la catástrofe, donde recogió ese fragmento. Más tarde se enteraría de que había quedado afectado por la radiactividad de la bomba. También incorporó al hall del hotel un espléndido mural del gran pintor valenciano Manuel H. Mompó, que años más tarde sería trasladado a un soporte de madera, y que hoy puede admirarse en el hall de la Fundación Bancaja de Valencia, donde está rodeado de una serie de cuadros de pintores contemporáneos, adquiridos por la misma en la época en que fui asesor artístico. Pero, no tuve nada que ver con la feliz operación Mompó. Roberto Puig y mi padre tuvieron el proyecto de una Universidad Mediterránea con sede en Mojácar”. “Mojácar, en aquellos años, fue refugio de no pocos artistas, entre los que me acuerdo especialmente de Amalia Avia y Lucio Muñoz; del fotógrafo mexicano Pepe Nava y su mujer, Mica, que más tarde se establecerían en Bédar; y del suizo Rodolfo Hasler, que había vivido con entusiasmo los primeros años de la revolución cubana, pero que luego entró en disidencia y conoció padecimientos sin número antes de lograr exiliarse, un exilio que empezó en Mojácar, de donde luego partiría para Barcelona”.  “En aquel apartamento de la kasbah, recuerdo que una noche aparecieron los cinéticos argentinos Julio Le Parc,y Antonio Asís, y su galerista, Denise René. Venían de Carboneras. No estaba Soto en esa expedición, pero también tenía casa allá, como la tenía la escritora Dominique Aubier, y la había tenido André Bloc: una casa-escultura, y su obra maestra absoluta. Con anterioridad, habían frecuentado ese pueblo Hans Hartung y su mujer, la pintora noruega Anna-Eva Bergman, que tiene un cuadro abstracto magnífico titulado Carboneras. Sobre todo, esto va a versar una muestra que prepara la Fundación Guerrero de Granada”. 

Bonet Planes cerró su intervención haciendo referencia a los Cursos de Arte de Mojácar que llevó a cabo el Ayuntamiento que presidió el exsenador Bartolomé Flores en colaboración con la Universidad Complutense. “Con el arquitecto José Luis Gallego como mano derecha, nuestro padre, presidente del jurado, contó con colaboradores como Amalia Avia, Lucio Muñoz, el pintor Alfonso Albacete, que hoy nos acompaña, el gran grafista Gonzalo Armero, o yo mismo. Durante diez años, los locales de la playa donde se alojaban y trabajaban los seleccionados, vieron pasar a lo mejor del arte español de los ochenta. Hoy nos rodean algunas de esas obras, pero hay muchas más en los almacenes. Me alegra muchísimo que el ayuntamiento que preside Fran García sea consciente del tesoro reunido”.  Bonet citó una decena de nombres que nos los quedamos para entrevistarlos como reto para el próximo verano y que han contribuido a que Mojácar sea una de las ciudades con mayor proyección global.

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