El marchante de ganado representa a una figura, un oficio, que está desapareciendo paulatinamente del paisaje de la provincia de Almería. Los marchantes se movían durante buena parte del pasado siglo en caballería con un paisaje de olivos y almendros, nada que ver con el mar de plástico. Cortijos, bares y, sobre todo, ventas eran los puntos de encuentro para sus negocios.
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Los marchantes Juan Mañas Urrea y su hijo Juan Mañas Rodríguez / El Indaliano |
Uno de los
profesionales más importantes de la Sierra de los Filabres montó su centro de
operaciones desde Lubrín hasta Níjar. Juan Mañas Rodríguez (La Mela, Sorbas,
1930-Almería, 1994), conocido popularmente por Juan Lijar, es hijo del
marchante Juan Mañas Urrea (La Mela, Sorbas, 1903-1996) y padre de Ignacio
Mañas Rodríguez (Lubrín, 1965), pseudónimo de el Indaliano, productor, una de
las personas más influyentes de Almería, ligado al cine y la música. En los
pueblos se conoce mejor a sus vecinos por el apodo que por su apellido. Ese era
el caso de la familia Mañas de La Mela, barriada a medio camino entre Sorbas y
Lubrín, más conocidos como los Lijar, apodo que recibieron sus ancestros, dando
nombre a la localidad de procedencia de esta familia de marchantes de La Mela,
Gochar y Moras. “Mi padre
tenía pastores en media provincia. Me enseñó el trabajo y el ser fiel a los
amigos. Mi abuelo Ignacio, siempre de traje negro y sombrero tipo
cordobés y fumándose un gran puro habano. Siempre alardeaba, de que era capaz
de adivinar el peso de los corderos, con solo cogerlos en brazos y levantarlos
y que en ningún caso el margen de error, superaría en medio kilo arriba o
abajo. Los bolsillos de chaquetas y pantalones, siempre iban atestados. Tabaco,
negro y rubio, uno en cada bolsillo de la camisa, pequeñas libretas y
talonarios en ambos bolsillos de las chaquetas de punto o cazadoras y una cartera
grande, repleta de servilletas de bar con anotaciones y bastante dinero y
amarrada con una ancha goma elástica, imprescindible para poder sujetar ese
maremágnum de pequeños documentos. Empezó su oficio viajando en una moto,
para después pasar a desplazarse en un vehículo Citroen Dyane 6, por esos
precarios caminos rurales. “Recuerdo”, afirma Ignacio, “que desde los 13
años durante los fines de semana acompañaba a mi padre para ir a cargar
corderos por el Campo de Nijar, Dalias, Canjayar y Tabernas, para enviarlos al
Matadero de Barcelona, a Mercabarna que era el que mejor los pagaba”. Una
anécdota graciosa sucedió en una de esas transacciones de ganado en una zona
alejada y solitaria del Campo de Dalías, donde el pastor no aceptaba cheques
bancarios y había que pagarle en efectivo. “Mi padre siempre hacía las cuentas
con papel y lápiz y realizaba la suma de líneas en voz alta: Tres y dos cinco y cinco diez, me llevo una.
Una y cinco seis y ocho catorce y seis veinte, me llevo dos”. A lo que el
pastor al oír sumar a mi padre, lo para y le dice: “Juan,
para la cuenta, que no hay trato”. A lo
que mi padre extrañado le dice: ¿Pero,
no habíamos cerrado el trato en este precio por kilogramo? Y el pastor le replica: Si, Juan, pero, si
de diez, te llevas uno y de veinte te llevas dos, no hay trato. Así que vamos a
poner un precio por borrego y borrego al camión, billetes al bolsillo”.
Los marchantes
que hicieron fortuna por su inteligencia y ambiciones fueron dos hermanos de
Albox, afirma Luis López, exalcalde de Vélez Rubio y delegado de la Junta de
Andalucía: “Mi suegro Francisco y especialmente su hermano Santiago Maldonado,
desde Albox, hicieron grandes ventas en Galicia, Castilla y realizaron grandes
negocios con la caballería en Argelia y Marruecos”. José Domingo
Lentisco Puche, coordinador de la Revista Velezana, José Domingo Lentisco
Puche, del Instituto de Estudios Almerienses, rememoró: “Mi abuelo, José
Domingo Puche, fue un tratante de éxito, conocido por el apodo del Cabezas. Era
muy obstinado, orgulloso. Tras una pelea con su suegro, afirmó que cuando
muriera, que ´no me verá, ni muerto´. Es decir, mi abuelo es el único que ha
pasado a la historia, el día de su entierro, en complot con el sacerdote para
que el féretro no pasara como todos los fallecidos en Vélez Rubio por las
Puertas de Lorca, por donde desfilan todos los entierros. Genio y
figura”.
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Antonio Torres, con los ganaderos Francisco Martínez y José Simón / A. Torres |
El marchante Juan Torres Simón (La Huelga, 1892-Los Gallardos, 1979) el Picante y Ana Galera Castro (Los Gallardos, 1894-1973) formaron una familia numerosa. Cuatro hijos y cuatro hijas. Unos descendientes que marcan la actividad del pueblo. Personas muy espabiladas y activas en distintas profesiones, sin olvidar el sello de la génesis en el negocio de la ganadería que marcó la figura mítica de Juan Torres Simón para saber de dónde se viene. Uno de los nietos del tío Juan el Picante es Diego Torres Oller (Los Gallardos, 1966): “Marchantes que ensancharon sus negocios fueron mi padre Diego y su hermano Juan Torres Galera que siguieron la estela de mi abuelo”. Hay admiración y respeto por la forma de desenvolverse por las ferias de ganado y los mercados semanales, trasladando animales de un sitio a otro. Son otros tiempos y otras formas de hacer negocio, nada que ver con las ferias de ganado que se organizaban por todas las comarcas. En la memoria de Los Gallardos marcaron estilo en los negocios de marchantes Juan Simón González (Los Gallardos, 1935-1998) que siguió la estela de su padre Torcuato y el vecino de estos en el Barrio La Luna Francisco Cabezas Hernández (Serena, Bédar, 1917-Los Gallardos, 1995). Marchante popular fue Avelino Ramírez Lorenzo (Sorbas, 1927-Los Gallardos, 1979) al que veía cerrando acuerdos en el bar de Baltasar Ramírez o de Juan Crespo conversando con ganaderos y con empatía cerrando acuerdos, en la casa de su hermano el transportista Diego Ramírez. Antonio Ramírez es uno de los hijos de Avelino. “En 1974 me fui a Sant Sadurní (Barcelona) y empecé a trabajar en el sector del cava, en bodegas Castellblanc, hasta el año 2020 dónde me jubilé después de 46 años en la empresa que se dice pronto”. Otros profesionales respetados y queridos son el añorado Juan López Pérez (Antas, 1914-Los Gallardos, 1999), antiguo aparcero del tío José Agüero de Los Martos, se convirtió en un marchante de palabra conocido popularmente por Juan el Dios, padre de Manuel y Gabriel. Esta reciente la desaparición de Francisco Martínez Agüero (Los Gallardos, 1945-2024), conocido por el Negro, hijo de los añorados Frasquito y Ginesa de Los Martos. En Turre, brilló Jacinto Guerrero Alarcón (Turre, 1934-2014). Su hijo Juan Ángel Guerrero Cánovas (Turre, 1967), concejal turrero, rememora la figura de su padre para los negocios en el sentido de buscar lo mejor. Desde Mojácar, quedó en la memoria el tío Pedro Morales, padre del amigo desde los tiempos del Instituto de Vera, Martín, abogado. En Alfaix y en el resto de la provincia hay muchos más nombres, pero cualquier resumen, cuando se citan nombres, es por definición injusto y arbitrario.